lunes, 20 de marzo de 2023

 

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LA CENSURA CLASIFICATORIA: 

COSTOSÍSIMA ARMA IMPERIAL DE DESTRUCCIÓN MASIVA

 

 MICHAEL PARENTI



“ (…) Suprimir documentos es uno de los trabajos principales de la seguridad del estado. En 1995, el Departamento de Defensa, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y los Departamentos de Estado y Justicia llevaron a cabo 3,6 millones de actuaciones de clasificación. En 1996, el número subió hasta 5,8 millones, o lo que es lo mismo 21.500 por cada día laborable del año. Se gastan 16.000 millones de dólares anuales en los trabajos de clasificar esta creciente enormidad  de documentos secretos, en la que se ocupan a tiempo completo 32.397 empleados federales. Todo ello a pesar de la orden ejecutiva del presidente Clinton de promover la desclasificación. Publicada en 1995, la orden presidencial ejecutiva nº 12.958 ordena la liberación automática de documentos que hayan permanecido secretos durante veinticinco años o más, dando un límite de diez años a los que queden bajo secreto. Sin embargo, en lo que parece una válvula de escape gigantesca, la orden admite excepciones para los materiales “muy sensibles”. Al mismo tiempo, la administración Clinton extendió al Consejo de Seguridad Nacional la misma protección de que gozan los documentos de la Casa Blanca, respecto a confidencialidad de documentos.

 

Desde 1993 a 1996, como parte del esfuerzo de desclasificación, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), servicio de espionaje del Pentágono, sacó a la luz más de 1,3 millones de páginas de diversos documentos, los cuales tenían un mínimo de cincuenta años de antigüedad, algunos de ellos referentes a la Primera Guerra Mundial. Los funcionarios de la NSA no supieron explicar por qué esos materiales habían permanecido en secreto tanto tiempo. La liberación de documentos representó sólo una mínima parte de los billones de páginas que permanecen clasificadas en los archivos de la agencia.

 

Se hace extremadamente difícil, si no imposible, mantener unos registros históricos correctos cuando la información vital está clasificada, después circula entre pequeños círculos dentro de la seguridad del estado y después poco a poco se libera al cabo de décadas o siglos. Esto nos lleva a la advertencia de Carroll Quingley sobre el grupo Milner: 

Cómo una camarilla de políticos maneja el poder sobre los acontecimientos a la vez que monopoliza la información sobre ellos, impidiendo así que haya responsabilidades democráticas…”

 

 

 

 

[ Fragmento de Michael Parenti / LA HISTORIA COMO MISTERIO ]

 

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