lunes, 4 de noviembre de 2024

 

[ 665 ]

 

 

APUNTES

(Bolsa ilustrada de escombros, plagios, escolios y préstamos)

 

4 Noviembre 2024

 

 

 

 

 

«Si mi opinión es un delito, no voy a dejar de cometerlo»

(Erri De Luca)

 

 

 

 


 

 

El negocio del Sionismo consiste en demoler la verdad y la realidad para que reine el odio. Por eso, el Imperio Occidental y el Poder Sionista Mundial están esparciendo y potenciando el fascismo.

 

*

 

 


 

Louis Allday en X:   Israel no es un país con "derecho a existir", es una colonia de colonos  terroristas y un puesto de avanzada imperialista que, en beneficio de la humanidad, debe ser derrotado y desmantelado. Demuestra cada día que sólo es capaz de sembrar muerte, destrucción y terror en todas direcciones. 

 

https://x.com/Louis_Allday/status/1836116101425697076

 

*

 



 

 

CAITLIN JOHNSTONE:

 

"...Occidente sólo tiene héroes de mentira Después de que Trump ordenara el asesinato del general Soleimani, un clérigo iraní se quejó de que Irán ni siquiera puede realmente tomar represalias porque Estados Unidos no tiene verdaderos héroes propios como Soleimani, diciendo: «Piénsalo. ¿Se supone que tenemos que eliminar a Spiderman y a Bob Esponja?». Nunca he visto una crítica más incisiva y fulminante de la cultura occidental, y probablemente nunca la veré. Es una afirmación tan acertada y ofrece una imagen tan clara de cómo es realmente esta civilización que es difícil imaginar cómo alguien podría superarla. No hay verdaderos héroes con apoyo popular en el imperio occidental, porque todo lo que es verdaderamente heroico es pisoteado aquí, y todo lo que se amplifica a la popularidad es una distracción insípida o facilita directamente los intereses del imperio del mal. Nuestros propios generales están ocupados masacrando civiles por petróleo y control geoestratégico. Nuestros militares son tropas de asalto imperiales. Nuestra policía es la guardia de seguridad del capitalismo. Nuestros periodistas más destacados son propagandistas. Nuestras celebridades más destacadas son famosas por su habilidad para fingir ser personajes de ficción que hacen cosas falsas en las películas de Hollywood. Nuestros artistas más destacados son famosos por su habilidad para producir canciones pop de fórmula sobre tonterías vacías. Nuestros símbolos más reconocidos son los logotipos de las empresas. Nuestros profesionales más reputados son los que pueden vender a los occidentales los más futuros basureros fabricados por esclavos asalariados del Sur global. Nuestros líderes gubernamentales más conocidos son los que han vendido su alma a oligarcas e imperialistas y pueden mentir al público de la forma más convincente. Los únicos occidentales que hacen cosas verdaderamente heroicas son encarcelados, asesinados o relegados a la oscuridad, porque lo único verdaderamente heroico que se puede hacer en el mundo actual es oponerse al imperio occidental. Los que se resisten valientemente a la maquinaria bélica estadounidense o resultan incómodos para los gobernantes del imperio occidental no se convierten en héroes populares. No ves a los occidentales que trabajan para detener los envíos de armas a Gaza siendo celebrados por sus esfuerzos en la CNN y la BBC. Los activistas contra la guerra no consiguen que se hagan películas de Hollywood sobre su trabajo, al menos hasta que las guerras contra las que protestaban estén a salvo en un pasado lejano. No se ve que los periodistas que trabajan para sacar a la luz los crímenes más atroces del imperio sean elevados a la fama y la fortuna..."

 

*

 


*

 

 

LAS DEBILIDADES DE LOS COLABORADORES

 

Me-ti dijo:  Mi-en-leh (Lenin) conocía las debilidades de toda su gente y podía trabajar con todos. Ni-en (Stalin) podía trabajar con muy pocos y no conocía las debilidades de esos pocos.

 

(Bertolt Brecht.  “El libro de las mutaciones”)

 

 

 

 

domingo, 3 de noviembre de 2024

 

[ 664 ]

 

 

 

CARLOS MARX  / FEDERICO ENGELS

CORRESPONDENCIA

 

 

 

 

 

25. DE MARX A ENGELS

Londres. 27 de julio de 1854.

 

... Un libro que me ha interesado mucho es el de Thierry, Histoire de la formation et des progrés du tiers état (Historia de la formación y del progreso del tercer estado), de 1853. Es notable la indignación con que este caballero —padre de la "lucha de clases" en la historiografía francesa— se encoleriza con los escritores “modernos” que en nuestros días ven igualmente un antagonismo entre la burguesía y el proletariado, y que incluso desearían detectar las huellas de esta oposición en la historia del tercer estado antes de1789. Se toma mucho trabajo en probar que el tercer estado incluye todos los rangos y condiciones a excepción del clero y la nobleza, y que la burguesía desempeña su parte como representante de todos estos otros elementos. Cita, por ejemplo, de los informes de la Embajada veneciana: “Aquellos que son llamados los estados del reino son de tres órdenes de individuos: el clero, la nobleza y el orden restante de aquellas personas que por consentimiento común pueden denominarse el pueblo Si M. Thierry hubiera leído nuestras cosas sabría que la clara oposición de la burguesía al pueblo sólo empieza, naturalmente, cuando la burguesía deja de oponerse al clero y a la nobleza como tercer estado. En cuanto a las “raíces históricas de un antagonismo nacido apenas ayer su libro aporta la mejor de las pruebas de que esas “raíces” nacieron apenas nació el tercer estado. Este crítico, por lo demás inteligente a su manera, ante la fórmula Senatus populusque Romanas [Senado y pueblo de Roma] estaría obligado a sacar la conclusión de que nunca hubo otra oposición en Roma que entre el Senado y el pueblo. Lo que me ha interesado es ver en los documentos que cita, que la palabra “catalla” “capitalia” —capital— aparece con el surgimiento de las comunas. Más aún, M. Thierry' ha demostrado contra su voluntad que nada hizo más para retardar la victoria de la burguesía francesa que el hecho de que hasta 1789 no se decidiera a hacer causa común con los campesinos. Expone bien, aunque no como un todo vinculado: 1) Cómo desde el principio, o al menos después del surgimiento de las ciudades, la burguesía logra muchísima influencia constituyendo el parlamento, la burocracia, etc., y no como en Inglaterra, simplemente mediante el comercio y la industria. Esto sigue siendo, por cierto, característico de Francia aun en nuestros días. 2) De su informe se deduce claramente de qué manera surge una clase y al mismo tiempo, cómo las diversas formas en que se encuentra su centro de gravitación en distintas épocas desaparecen, y cómo perecen las diversas partes de esta clase, que habían adquirido una influencia gracias a esas formas. Esta serie continua de metamorfosis que efectúa una clase antes de acceder a la dominación, no había sido todavía en parte alguna tan bien descrita, por lo menos en lo que concierne a la documentación. Desgraciadamente, al tratar de las corporaciones, guildas. etc. –de las formas en que, en una palabra, se desarrolló la burguesía industrial– se limita casi por entero a frases generales y universalmente conocidas, si bien aquí también sólo él conoce la documentación. Lo que desarrolla y subraya bien es el carácter conspirativo y revolucionario del movimiento urbano en el siglo XII. Los emperadores alemanes Federico I y Federico II, por ejemplo, lanzaron edictos en contra de esas “communiones” [comunas], “conspirationes” y “conjurationes”, muy en el espíritu de la Dieta federal alemana. Federico II, en particular, en 1226, provoca gran alharaca al declarar que todos los “consulados”, y demás cuerpos municipales libres en las ciudades de Provenza quedan anulados y sin validez:

 

 “Recientemente ha llegado a nuestro conocimiento que las guildas de ciertas ciudades, ciudades-mercados y otros lugares, han constituido por su propia cuenta tribunales, autoridades, oficinas, administraciones y ciertas otras instituciones de esa clase... y por cuanto en muchas de ellas... estas cosas se han trasformado ya en abuso y mala práctica... por la presente, en virtud de nuestro poder imperial, revocamos esas jurisdicciones, etc., así como las concesiones respecto de ellas obtenidas, lo sabemos de cierto que por intermedio de los condes de Provenza y de Forcalquier, y las declaramos nulas y sin validez”.

 

Más adelante dice:

 

“Prohibimos también todas las convenciones y conjuraciones dentro y fuera de las ciudades; entre ciudad y ciudad, entre persona y persona o entre ciudad y persona o de cualquier clase que sea.” (Decreto de paz de Federico I).

 

“Que ninguna ciudad ni ciudad-mercado pueda organizar comunas, constituciones, uniones, ligas o conjuraciones de ninguna clase, sea cual fuere el nombre que lleven, y que no podemos ni debemos permitir que sin el consentimiento de su señor las ciudades y mercados formados en nuestro imperio tengan derecho de establecer comunas, constituciones o conspiraciones de clase alguna, sea cual fuere su nombre.”

(Decreto del rey Enrique contra las comunas urbanas)

 

¿No es este exactamente el mismo duro estilo profesoral alemán que más adelante hizo estragos en el seno de la “Comisión Central” de la Confederación? La Commune jurée [comuna juramentada] no penetró en Alemania más allá de Tréveris, y allí le puso fin el emperador Federico I en 1161:

 

“Toda unión de los ciudadanos de Tréveris, que también es llamada confederación juramentada y que hemos abolido en la ciudad... pero que, como ha llegado a nuestros oídos, ha sido, sin embargo, establecida más tarde, será disuelta y declarada nula y sin validez”

 

Esta política de los emperadores alemanes fue explotada por los reyes franceses, quienes apoyaron en secreto a las “confederaciones juramentadas’ y “comunas” en Lorena, Alsacia, el Delfinado, el Franco-Condado, el Lyonnais etc., a fin de separarlos del Imperio alemán:

 

“De acuerdo con la información que ha llegado a nuestra Alteza, el rey de Francia... está intentando corromper la sinceridad de vuestra lealtad”

 

Exactamente la misma política que adoptaron esos señores para hacer que las ciudades italianas se pusieran del lado de los güelfos.

 

Es a menudo gracioso ver cómo la palabra “communio” daba lugar a las mismas injurias que el comunismo de nuestros días. El cura Guilbert de Noyon escribe, por ejemplo: “Communio es un nuevo y pésimo nombre”.

Con frecuencia hay algo patético en la forma en que los burgueses del siglo XII invitan a los campesinos a escapar a las ciudades, a las comunas juramentadas. Así, por ejemplo, en la Carta de Saint Quentin:

 

“Ellos (los ciudadanos de Saint Quentin) se han juramentado a fin de darle común ayuda al confederado, de tener un consejo común, común responsabilidad y común defensa. Hemos determinado en común que a quienquiera entre en nuestra comuna y nos preste su ayuda, sea por razones de fuga del poder de sus enemigos o por otra ofensa... se les permitirá entrar en la comuna, porque la puerta está abierta a todos, y si su señor le ha retenido injustamente sus bienes y no los posee con derecho, haremos justicia por dicha causa.”

*

 

 

[ Thierry, Augustin (1795-1856). Historiador burgués francés, instalado en París en 1814, trabó conocimiento con Saint-Simon y se convirtió en su secretario. Se separó de él en 1817. Entre 1817 y 1820 estudió con ahínco la historia francesa a fin de combatir las teorías de la aristocracia y demostrar la ilegitimidad de sus reaccionarias demandas. Publicó su obra en la colección ‘Diez años de estudios históricos’ (1834). En 1821 publicó sus ‘Cartas sobre la historia de Francia’, y en 1825 su ‘Historia de la conquista de Inglaterra por los normandos’. Perdió la vista en 1826, y a partir de entonces se retiró de la actividad pública. Pero no abandonó su trabajo. Hasta el fin de su vida publicó en tres volúmenes ‘Colección de documentos inéditos sobre la historia del tercer estado’. El libro a que se refiere Marx en esta carta era una especie de introducción a esa colección.]

 

**


viernes, 1 de noviembre de 2024



[ 663 ]

 

 

CONTRAHISTORIA DEL LIBERALISMO

 

Domenico Losurdo

 

(…)

 

 

 

 

capítulo cuarto

 

¿ERAN LIBERALES LA INGLATERRA Y LOS ESTADOS UNIDOS

DE LOS SIGLOS XVIII Y XIX?

 

 

 

2. DOMINIO ABSOLUTO Y OBLIGACIONES COMUNITARIAS DE LOS PROPIETARIOS DE ESCLAVOS

 

A partir de Constant, la libertad moderna, o sea, liberal, ha sido descrita y celebrada como el disfrute tranquilo de la propiedad privada. Pero los propietarios de esclavos en realidad son sometidos a toda una serie de obligaciones públicas. No hay duda de que primero la Revolución Gloriosa y después la revolución norteamericana consagran el autogobierno de una sociedad civil constituida por propietarios de esclavos o sometida a la hegemonía de dichos propietarios, más que nunca decididos a no tolerar interferencias por parte del poder político central y de la propia Iglesia. Pero sería errado hacer coincidir el autogobierno de la sociedad civil, ya liberada de estos cepos, con el movimiento libre de los miembros individuales que la constituyen. Ciertamente, cada uno de ellos puede reducir totalmente a mercancía a los esclavos que posee en legítima propiedad. En la Nueva Inglaterra de 1732 un patrono pone en venta a una esclava de diecinueve años junto a su hijo de seis meses: pueden ser adquiridos —aclara el anuncio publicitario— «juntos o por separado». No hay obstáculos para la introducción en el mercado ni siquiera de los hijos de un adulterio, como hace un patrono de New Jersey con la prole nacida de las relaciones con las tres mujeres negras de las que era propietario. No por casualidad a los esclavos a menudo les son endilgados nombres usualmente reservados a perros y caballos.

 

 

No hay duda: el dueño de esclavos ejerce un poder absoluto sobre su legítima «propiedad», pero no hasta el punto de poder poner en discusión libremente el futuro proceso de cosificación y mercantilización. En este caso, predominan las exigencias de la comunidad que tienen como fin mantener clara y firme la barrera entre raza de los señores y raza de los siervos. Demos la palabra a Tocqueville: 

 

 

«Han prohibido, bajo penas severas, enseñarles a leer y a escribir [a los esclavos]».

 

 

En realidad, la prohibición tiene como objetivo excluir la raza de los siervos de toda forma de instrucción, considerada una grave fuente de peligro, no solo en cuanto susceptible de alimentar esperanzas y pretensiones inadmisibles, sino también porque se corre el riesgo de que facilite entre los negros esa comunicación de ideas y sentimientos que debe ser obstaculizada a toda costa. Y sin embargo, en caso de que se viole tal norma, los perjudicados son, en primer lugar, los propietarios blancos, los cuales ven así muy gravemente limitada su libertad negativa. Las prohibiciones que perjudican a los esclavos no dejan indemnes ni siquiera a sus amos. Tras la revuelta de Nat Turner, en Georgia se convierte en delito hasta el hecho de proporcionar a un esclavo papel y material para la escritura.

 

 

Particularmente significativa es la legislación que prohíbe las relaciones sexuales y los matrimonios interraciales. Más tarde, en 1896, al sancionar la legitimidad constitucional de la normativa relativa a la segregación racial en su conjunto, la Corte Suprema estadounidense admite que la proscripción de los «matrimonios entre las dos razas» podría violar «en sentido técnico» la freedom of contract, pero se libra de esta situación embarazosa agregando que, el derecho de cada Estado en particular a legislar en ese ámbito es «universalmente reconocido». En realidad, no faltaban las oposiciones. Es significativa la norma aparecida en Virginia a inicios del siglo XVIII, sobre la base de la cual eran castigados no solo los responsables directos de la relación sexual o matrimonial; «penas en extremo severas» podían ser impuestas al sacerdote culpable de haber consagrado el vínculo familiar interracial. Y, por tanto, junto a la «libertad de contrato», en cierto modo resultaba lesionada la propia libertad religiosa.

 

 

El poder absoluto ejercido sobre los esclavos negros termina por hacer caer también sobre los blancos consecuencias negativas y hasta dramáticas. Tomemos la Pennsylvania de los primeros decenios del siglo XVIII: el negro libre, sorprendido violando la prohibición de miscegenation (como será llamada más tarde) corre el riesgo de ser vendido como esclavo. Esto implica consecuencias muy penosas, incluso para una mujer blanca, obligada a sufrir la separación forzosa de su pareja y el terrible castigo infligido a él. Veamos ahora lo que sucede en la Virginia colonial inmediatamente después de la Gloriosa Revolución. Basándose en una norma de 1691, una mujer blanca y libre que haya tenido un hijo de un negro o de un mulato puede ser condenada a cinco años de servidumbre y, sobre todo, está obligada a ceder al hijo a la parroquia, que después lo vende como servant, dejándolo en esta condición durante treinta años. Pero hay más.

 

 

Barreras casi infranqueables se interponen en el reconocimiento de la prole surgida de la eventual relación del propietario con una de sus esclavas. El padre se halla ante una alternativa dramática: o bien, de hecho, sufrir junto a su familia el exilio de Virginia, o permitir que el hijo sea esclavo junto a la madre. Más drástica es, por su parte, la legislación de Nueva York, que automáticamente transforma en esclavos a todos los hijos nacidos de madre esclava. Así, nos hallamos en presencia de una sociedad que, incluso sobre sus miembros privilegiados, ejerce una constricción tan dura, en parte jurídica, en parte social, que reprime hasta los sentimientos más naturales: como ha sido justamente señalado, esclavizando «a sus propios hijos y a los hijos de sus propios hijos», de hecho, «los blancos se esclavizan a sí mismos».

 

 

Como ulterior aclaración del entrecruzamiento entre poder absoluto de cada propietario en particular sobre el rebaño humano del que es poseedor y la sumisión de este rebaño al «pueblo de los señores» del que él es miembro, se puede hacer una última consideración. Ya nos hemos ocupado de la norma en vigor en Virginia, según la cual no tenía sentido definir y tratar como «felonía» el asesinato de un esclavo por parte de su propietario. Sin embargo, en no pocos Estados —sobre la base de una legislación que continuaría subsistiendo incluso después de la Segunda Guerra Mundial— es culpable de «felonía» el blanco que mantenga relaciones sexuales con una negra. Es decir, para el propietario blanco resulta lícito azotar y golpear a su esclava hasta hacerla perecer: el derecho de propiedad es sagrado; pero él, solo exponiéndose a riesgos de distinto género puede tener relaciones sexuales con ella; así de fuerte es el control que la clase de los propietarios y la comunidad de los libres ejercen sobre cada uno de sus miembros. Más allá de la norma jurídica, en los años cincuenta del siglo XIX, con el objetivo de hacer respetar la prohibición de miscegenationintervienen aquí y allá, bandas de vigilantes, dedicados a espiar, intimidar y golpear a los blancos propensos a dejarse fascinar por sus esclavas y por las mujeres de color en general.

 

 

Si por un lado los esclavos son una propiedad y una mercancía a completa disposición del dueño legítimo, por el otro constituyen el enemigo interno contra el cual es necesario estar constantemente en guardia. En realidad para conjurar el peligro se puede recurrir al terror, golpeando de manera despiadada y hasta sádica a los culpables y transformando la ejecución en una suerte de terrorífico espectáculo pedagógico para todos los demás: los esclavos de cierta área fueron obligados a asistir al suplicio de dos de sus compañeros, culpables de asesinato y condenados a ser quemados vivos. Pero todo eso no basta. Una vez más, el mantenimiento de la institución de la esclavitud exige duros sacrificios, incluso por parte de la clase dominante. En 1741, en Nueva York, algunos incendios misteriosos fomentan el miedo a una revuelta de los esclavos: incluso fueron condenados a muerte y quemados vivos dos negros, a quienes el dueño había intentado en vano salvarles la vida declarando que estaban en casa en el momento del incendio. Algunos años después, en las cercanías de la propia ciudad, un negro, reo confeso de haber pendido fuego a un henil, sufrió el mismo suplicio. Solo con una variante: con astutos ardides, la muchedumbre de espectadores blancos logra que las llamas no ardan demasiado rápido, de manera que duren lo más posible el espectáculo y los sufrimientos del negro rebelde; sus gritos se escuchan a tres millas de distancia. En cualquier caso, los advierte con gran claridad el patrono: solloza estridentemente, también porque simpatiza con su esclavo, pero se siente impotente, lo más que puede hacer es lograr que el suplicio no se prolongue aún más. Puestos ante las exigencias de seguridad de la comunidad de la que forman parte, los propietarios de esclavos no pueden reivindicar la libre disponibilidad de su propiedad.

 

 

Dadas las circunstancias, estas exigencias de seguridad son un dato permanente. Se puede hacer una consideración de carácter general:

 

 

«Los códigos coloniales para los esclavos a primera vista parecen dirigidos a disciplinar a los negros, negándoles la libertad de la que pueden gozar los demás norteamericanos. Pero basta un pequeño cambio de perspectiva para ver los códigos a través de una luz diferente: paradójicamente, estaban encaminados a disciplinar a los blancos. No era al negro, sino principalmente al blanco a quien la ley decía lo que debía hacer; los códigos eran para los ojos y los oídos de los propietarios de esclavos (en ocasiones la ley exigía que los códigos fueran publicados en los diarios y leídos por los eclesiásticos a sus congregaciones). Era al blanco al que se le exigía que castigase a sus esclavos fugados, que previniese la aglomeración de esclavos, que hiciese respetar el toque de queda, formase parte de tribunales especiales y participase en el patrullaje».

 

 

Estaban previstas sanciones precisas para los propietarios de esclavos que no hubieran aplicado los castigos previstos por la ley. Según una norma vigente en Carolina del Sur, una esclava, al cuarto intento de fuga, debía ser «severamente azotada […] marcada con fuego con la letra R en la mejilla izquierda y debía cortársele su oreja izquierda». Hasta 1722, los propietarios de esclavos en persona eran los que tenían que llevar a cabo, directa o indirectamente, estas operaciones.

 

 

En situaciones de crisis, la obligación de la vigilancia llega a resultar fatigosa. Hemos visto en Richmond, en 1831, «el servicio militar» de las patrullas blancas «prestado día y noche». En ese caso —observa Gustave de Beaumont en el curso de su viaje efectuado en compañía de Tocqueville— «la sociedad se arma con todo su rigor» y moviliza «todas las fuerzas sociales», tratando de favorecer de cualquier modo la «delación» y el control: en Carolina del Sur, junto al esclavo fugado, la pena de muerte le espera «a toda persona que haya ayudado en su evasión». También resultan muy significativas las consecuencias de la promulgación de la ley de 1850 sobre los esclavos fugitivos: es susceptible de ser castigado no solo el ciudadano que haya tratado de esconder o de ayudar al negro perseguido o buscado por sus legítimos propietarios, sino también quien no colabore en su captura; se trata de una norma de ley que, para decirlo con las palabras de sus críticos, pretende obligar a cada norteamericano «a convertirse en un cazador de hombres».

 


Más allá de los propietarios de esclavos, la sociedad esclavista termina por afectar a la comunidad blanca en su conjunto. Precisamente porque, además de mercancías, los esclavos negros son también el enemigo interior, los abolicionistas resultan de inmediato sospechosos de traición, convirtiéndose así en el blanco de una serie de medidas de represión más o menos dura, según la gravedad del peligro que se vislumbra. Severas restricciones son impuestas a la prensa: en 1800 la revuelta de los esclavos en Virginia es a menudo silenciada por los diarios del Sur; existe el peligro de difundir más aún el contagio de la subversión. En 1836 el presidente de los Estados Unidos (Andrew Jackson) autoriza al ministro de Correos bloquear la circulación de todas las publicaciones críticas con respecto a la institución de la esclavitud; como complemento al silencio impuesto a los abolicionistas, la Cámara de Representantes adopta una resolución que prohíbe el examen de las peticiones antiesclavistas.

 

 

La represión puede asumir formas mucho más drásticas. En 1805, al denunciar los escritos susceptibles de provocar un efecto incendiario entre los esclavos, Carolina del Sur emite normas que prevén la condena a muerte, por traidores, de aquellos que, de algún modo, se hayan manchado con la culpa de haber estimulado o apoyado una revuelta de esclavos. De manera análoga procede Georgia. Al terror provocado desde arriba se entrecruza el terror venido de abajo. Si bien en el Norte la violencia contra los abolicionistas asume formas menos despiadadas (está encaminada a impedir las reuniones y a destruir los medios de propaganda o la propiedad de los «agitadores»), en el Sur se configura como un pogromo, que no titubea en torturar y eliminar físicamente a los traidores y a sus adeptos, y goza de total impunidad. La situación del Sur en los años que preceden a la guerra de Secesión ha sido descrita así por Joel R. Poinsett, una importante personalidad política de la Unión, en una carta escrita por él a fines de 1850:

 

 

«Ambos estamos profundamente hartos de esta atmósfera cargada de violencia insana […]. Aquí existe un partido fuerte contrario a la gente violenta y a las medidas violentas, pero está presionado por el miedo a la sumisión; no osan ni siquiera intercambiar opiniones con otros que piensan como ellos, por temor a ser traicionados».

 

 

Y, en efecto, el historiador contemporáneo que da constancia de este testimonio concluye que recurriendo a los linchamientos, a los actos violentos y a las amenazadas de todo tipo, el Sur logra silenciar no solo cualquier oposición, sino también cualquier tímida disensión. Más allá de los abolicionistas, también son y se sienten amenazados aquellos que desearían mantenerse alejados de esta despiadada cacería de brujas. Todos son presionados por el terror para que «mantengan bien cerrada la boca, maten sus propias dudas, sepulten sus propias reservas». No hay duda. El dominio terrorista que los propietarios de esclavos ejercen sobre los negros termina por golpear —y duramente— también a los miembros y fracciones de la raza y de la clase dominante…

 

(continuará)

 

 

 

 

[ Fragmento de: Domenico Losurdo.“Contrahistoria del liberalismo” ]

 

**

 

 

miércoles, 30 de octubre de 2024


[ 662 ]

 

 

APUNTES

(Bolsa ilustrada de escombros, plagios, escolios y préstamos)

 

30 Octubre 2024

 

 

 

 

 



 

[ LULA: “Por desgracia –me digo a mí mismo cuando mis devotos votantes no pueden oírme–, no siempre tengo la fuerza necesaria para vivir de acuerdo con mis ‘predicados principios’. Mi mortificación  consiste en que no me puedo permitir el lujo –lo de la poltrona, aunque sea tutelada por los amos yanquis, es para mí un vicio tan apetecible como invencible–, de confesarle a mis ilusos feligreses que: “No soy dueño de mí mismo”. O, para decirlo todo, que paréceme que más vale en esta breve y puñetera vida ser cola de león que cabeza de ratón. El maestro Santiago Carrillo dixit. ]

 

 

*




 

«Ahora a un campo de concentración y a internar a la población como si fuera ganado estabulado en Palestina se le llama "comunidad cerrada" o "burbuja segura". Porque lo hacen "los buenos", los amigos de Reino Unido y EEUU, el Reich sionista OCCIDENTE ES UNA CLOACA MORAL INMUNDA.»

 

*

 

 





40 KILOS DE EXPLOSIVO POR CADA HABITANTE DE GAZA.

 

40 kilos de explosivo por cada habitante de Gaza. 100 kilotones, 100 millones de kilos de explosivo. No hay precedentes históricos de tal intención exterminadora por medios bélicos. La tierra palestina se desangra con las bombas de EEUU y Europa. 

(Daniel Lobato)

 


*

 

 

LA CIA NO ES UNA AGENCIA DE INTELIGENCIA. ES UNA AGENCIA DE OPERACIONES ENCUBIERTAS.

 

El oficial de la CIA Ralph McGehee -allá por 1983- explicó los principios operativos estadounidenses: LA CIA NO ES UNA AGENCIA DE INTELIGENCIA. ES UNA AGENCIA DE OPERACIONES ENCUBIERTAS. Operaciones como derrocar o apoyar a gobiernos extranjeros. Otra parte de las operaciones encubiertas es la desinformación. Y el pueblo estadounidense, en mi opinión, es el principal destinatario de las operaciones de desinformación de la agencia. [¿Por qué hace esto la CIA? ¿Cuál es el objetivo de la CIA cuando difunde desinformación? ¿Por qué manipulan a la prensa?]. Una de las funciones de la agencia, como señala el comité eclesiástico, es crear una ideología anticomunista internacional. La razón por la que quieres crear esta ideología anticomunista internacional es porque cuando vas a Nicaragua y quieres derrocar al gobierno de ese país, vas a tener que hacerlo. No puedes justificar que el pueblo estadounidense vaya allí y derroque a ese gobierno a menos que puedas relacionarlo con una amenaza mayor. Es un país pequeño e insignificante. Pero si puedes vincularlo a una amenaza mayor, entonces justificarás derrocarlo. 

 

(InfoDefense)

 



*

 






EL TÍTERE BORRELL SE AUTO-DESIGNA JUEZ ELECTORAL Y MORAL.

 

En Georgia ha ganado una opción política contraria a algunos intereses occidentales. La Unión Europea y el Sr. Borrell, como actúan en Venezuela quieren actuar en todo el mundo, se auto designan jueces electorales y morales, yendo de fracaso en fracaso en su política injerencista al servicio de los gobiernos de Estados Unidos. Las organizaciones al servicio del imperialismo siempre van a actuar violando la soberanía de los países, jamás reconocerán la democracia verdadera, solo tendrán voz para tratar de complacer los designios y mandatos estadounidenses, tal es el patético papel que terminan asumiendo.

 


*

 

 



PROTECCIÓN Y EXPLOTACIÓN

 

En tiempos remotos, los señores feudales de Wei desangraban a sus campesinos, pero en caso de ataques de los señores de los feudos vecinos, entonces protegían a los campesinos con su espada. La exacción era a la vez una protección, la protección una exacción; porque los siervos de los señores, establecidos sus cuarteles bajo el techo de los campesinos, se apoderaban de todo lo que estaba al alcance de su mano. El comportamiento de los señores feudales y de los campesinos tenía algo de contradictorio. Los señores azotaban a sus protegidos, los campesinos aguadaban impacientes a sus torturadores.

 

La observación de esas contradicciones puede llevar a buenas soluciones. Si bien era cierto que todos los nobles explotaban a sus siervos, también era cierto que no existía unión entre ellos, puesto que esa misma explotación precisamente oponía a unos y otros señores. Cuando un número suficiente de campesinos tomó conciencia de esa situación, tuvieron la posibilidad –en lugar de expulsar solamente a sus propios barones feudales– de expulsar a todos los señores feudales, aprovechando las disputas en torno al botín. De esa manera terminó la explotación.

 

(Bertolt Brecht. “El libro de las mutaciones”)

 

*