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CARLOS MARX / FEDERICO ENGELS
CORRESPONDENCIA
32. DE ENGELS A MARX
Manchester, 23 de mayo de 1856.
En nuestra gira por Irlanda, fuimos de Dublin a Galway, situada en la costa occidental; luego veinte millas al interior, al norte, enseguida pasamos a Limerick, bajamos el Shannon hasta Tarber, Tralee y Killarney, y volvimos a Dublin. Un total de unas cuatrocientas o quinientas millas inglesas en pleno país, de manera que hemos visto de él unas dos terceras partes. Con excepción de Dublin, que es a Londres lo que Dusseldorf es a Berlín y conserva por entero su carácter de pequeña ex capital construida al estilo inglés, todo el país y las poblaciones especialmente dan la misma impresión que si uno se hallara en Francia o en el norte de Italia. Gendarmes, curas, abogados, burócratas están mezclados en agradable profusión y hay una ausencia total de toda industria, de modo que sería difícil entender cómo pueden vivir todas esas excrecencias parásitas, si no fuera que la miseria de los campesinos constituye la otra mitad del cuadro. Las “medidas fuertes” son visibles en cada rincón del país, el gobierno se mete con todo, de gobierno propio no hay rastros. Irlanda puede ser considerada como la primera colonia inglesa, y como colonia que debido a su proximidad sigue siendo gobernada exactamente al viejo estilo, pudiéndose observar ya aquí que la llamada libertad de los ciudadanos ingleses se funda en la opresión de las colonias. En país alguno he visto nunca tantos gendarmes, y la expresión borracha del gendarme prusiano alcanza aquí su más elevada perfección entre la policía, que está armada de carabinas, bayonetas y esposas.
Características del país son sus ruinas, las más viejas datan de los siglos V y VI y las más recientes del XIX, con todos los períodos intermedios. Las más antiguas son todas iglesias; después del 1100, iglesias y castillos; después de 1800, las casas de los campesinos. Toda la parte occidental, pero especialmente la región de Galway, está cubierta de esas casas campesinas en ruinas, la mayor parte de las cuales han sido abandonadas recién después de 1846. Nunca creí que el hambre pudiese tener una realidad tan tangible. Aldeas enteras están devastadas, y entre ellas se encuentran los espléndidos parques de esos pequeños terratenientes que son casi la única gente que sigue viviendo ahí, en su mayor parte abogados. El hambre, la emigración y las aduanas, todo junto han hecho esto. Ni siquiera ganado puede verse en los campos. La tierra es un absoluto desierto que nadie desea. En el condado de Clare, al sur de Galway, es bastante mejor; aquí hay por lo menos algún ganado, y los cerros en la dirección del Limerick están excelentemente cultivados, en su mayor parte por agricultores escoceses, las ruinas han sido limpiadas y el país tiene un aspecto burgués. En el sudoeste hay una cantidad de montañas y pantanos, pero también bosques maravillosamente ricos, detrás de ellos de nuevo buenos pastos, especialmente en Tipperary; y aproximándose a Dublin, se extienden tierras cuyo aspecto indica que están cayendo gradualmente en manos de grandes agricultores.
El país ha sido completamente arruinado por las guerras inglesas de conquista de 1100 a 1850 (porque en realidad tanto las guerras como el estado de sitio duraron todo ese tiempo). Es un hecho que la mayor parte de las ruinas fueron producidas por la destrucción durante las guerras. Éstas son las causas que dieron al pueblo su carácter peculiar y entre otras cosas el fanatismo nacionalista irlandés de estas gentes, que ya no se sienten en su casa en su propio país. ¡Irlanda para el sajón! Esto se está produciendo ahora. El irlandés sabe que no puede competir con el inglés, quien llega con medios superiores en todo; la emigración proseguirá hasta que el carácter céltico predominante de la población —en verdad, casi exclusivo— se haya acabado de ir al diablo. ¡Cuán a menudo han empezado los irlandeses a tratar de hacer algo, y todas las veces han sido política e industrialmente aplastados! Gracias a una opresión sistemática han sido convertidos en forma artificial en una nación espantosamente desmoralizada, que ahora cumple la notoria función de proveer a Inglaterra, Norteamérica, Australia, etc., de prostitutas, trabajadores ocasionales, rufianes, ladrones, estafadores, mendigos y demás canalla. Esta decadencia es visible también en la aristocracia. Los terratenientes, que en todas las demás partes han adoptado las cualidades burguesas, están aquí completamente desmoralizados. Sus fincas campestres están rodeadas de parques enormes, maravillosamente bellos, pero todo lo que los rodea es tierra desolada, siendo imposible ver de dónde pueda provenir el dinero. Estos tipos debieran ser fusilados. De sangre mezclada, en su mayoría de elevada estatura, fuertes, hermosos, usan todos enormes bigotes bajo colosales narices romanas, se dan postizos aires militares de coroneles retirados, viajan por el país tras toda clase de placeres, y si se hace una indagación, no tienen un penique, están cargados de deudas y viven temerosos de la Encumbered Estates Court. (Tribunal de Fincas Hipotecadas.)...
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[ La historia del dominio colonial inglés es una ininterrumpida cadena de guerras sangrientas y explotación brutal. El empleo de la fuerza y la opresión militares fue condición necesaria del monopolio mundial de Inglaterra en el siglo xix, aseguró la explotación de millones de obreros y campesinos c hizo posible que la burguesía dividiera a la clase obrera. Un ejemplo particularmente notable de esto es la dominación y la política inglesas en Irlanda.
Marx y Engels consideraban al problema irlandés de importancia decisiva para la lucha revolucionaria de! proletariado inglés por la libertad.
Además de las cartas contenidas en este volumen, remitimos al lector a la circular que el Consejo General de la Internacional dirigió el 1 de enero de 1870 al Comité Fédéral Romand de Ginebra (contenida en la carta de Marx a Kugelmann, del 28 de marzo de 1870) y al trabajo de V. I. Lenin sobre ‘El derecho de las naciones a la autodeterminación’. ]
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