lunes, 7 de febrero de 2022



[ 065 ]

 

El prejuicio que haces tuyo, ni es tuyo ni ha caído del cielo.

 

Los prejuicios o juicios previos que la 'inexistente' ideología dominante fabrica y  nos ha transmitido e inculcado desde la infancia, condicionan anticipadamente –tanto si se trata de actos muy pensados como si son espontáneos–, cualquier comprensión de la realidad que percibimos. Es por eso que conviene recordar aquello que tan acertadamente señaló Einstein“Más difícil es desarmar un prejuicio que un átomo”. Y luego ponerse a la faena.

 

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3 comentarios:

  1. La enorme dificultad que implica la gestación (e imposición) de ciertos conceptos es insignificante comparada con la que plantea su liquidación. Inculcadas y propagadas, hay concepciones que se tornan indelebles e inmunes a la razón.


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  2. “…si una «teoría» no cala en las «masas», ¿dónde miramos?, ¿a los déficits de «la teoría» o de «las masas»?”

    La manera en que la mayoría de la gente reacciona ante los conflictos antagónicos que nos plantea la vida diaria en el capitalismo, recuerda a las cochinillas, los bichitos que se hacen una bola cuando los tocas. O sea que en la respuesta se sustituye la expresión racional por el efectismo emocional, la opción colectiva por la individual. Pero ya puedes esconderte en ‘tu mundo interior’ que las contradicciones siguen ahí y hay que superarlas sí o sí, no se puede esperar que, milagro mediante, huyan, se desvanezcan o esfumen. En definitiva se trata, ni más ni menos, de desaprender lo que la ideología dominante nos ha inculcado desde la niñez: obediencia y resignación. Sin embargo también es cierto que la gente desconfía de tanto sabihondo siempre dispuesto a pavonearse dando lecciones ‘teóricas’ que luego pie en tierra son inviables, que nunca dan frutos prácticos –salvo la desmoralización y el desencanto– o que siempre resultan estériles.

    Por esa razón es necesario ‘marcar etapas intermedias, con sus cercanas metas volantes’, porque no es revolucionario lo que se limita al largo plazo, a lo estratégico, sino que necesita completarse con una política táctica del presente –fruto del análisis concreto de cada situación concreta– igualmente revolucionaria que, dando mejores o peores pero palpables ‘frutos intermedios’, tenga como meta los irrenunciables objetivos estratégicos.

    Salud y comunismo

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    1. Totalmente de acuerdo, Luis. Buena parte de mi aprendizaje ha tenido y aún tiene como fin (a mis 72 años) ese 'desaprender' que mencionas. No se puede levantar la casa común sobre pilares podridos, hay que removerlos a conciencia de raíz.

      Salud y comunismo

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