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La Desbandá
Los diarios de Norman Bethune, el médico canadiense que fue testigo de «La Desbandá», una de las masacres más cruentas de la Guerra Civil española:
“Treinta kilómetros de seres humanos serpenteaban como una oruga gigante (Más de 150.000 personas -hombres, mujeres, niños y ancianos– que huyen 'de la inclemente garra del fascismo', desde Málaga hacia Almería). Me rodearon, arrancándome la ropa. Un pensamiento amargo me quemaba la mente: ¿dónde están esta noche los comprometidos ministros del dios cristiano, representantes en la tierra de su amor y salvación? ¿Dónde están, que ignoran estos gritos que claman a su Señor? ¿Dónde están la clemencia y la conciencia de un mundo que enferma sin remedio?. Es Andalucía. Es 1936.”
( Norman Bethune)
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Los "comprometidos ministros del dios cristiano" se estaban emborrachando.
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BORRACHERA DE NACIONALCATOLICISMO
La actitud de la Iglesia española en la posguerra fue de una grave inconsciencia. Me limitaré a algunos ejemplos concretos y significativos.
José Mª de Llanos, siendo estudiante jesuita en Granada, presenció una pintoresca visita del general Millán Astray:
"El entusiasmo ante Millán Astray era común, y el aplauso cerrado. El decía de la pasada cruzada y sus maravillas. Un escalofrío nos sacudía a la abigarrada clericalidad juvenil. El Imperio, según el general, estaba a la mano y constituía un deber. Más de una hora con no sé cuantos gritos y aclamaciones. Había que terminar lanzando los himnos. Primero el de los legionarios; era el suyo, de él; después, brazo en alto, el Cara al sol. Pero tenía que haber más. "Ahora el de vuestro san Ignacio, el capitán; pero también brazo en alto, a lo fascista". Entusiasmo. Por último: "Y ahora, eso que cantáis, que tanto me gusta, eso del amor y no sé qué..., amor y amores... Bueno, pero ¡de rodillas!, brazo en alto". Asombro, pero satisfacción. Cerca de doscientos clérigos, incluídos algunos teólogos de más de sesenta años, se postran, alzan el brazo y, con Millán Astray como primera voz, nos arrancamos fervorosos con el Cantemos el amor de los amores... (...). A su despedida, lo acostumbrado: el teologuillo que se acerca: "Mi general, le vi una vez desde las trincheras, he hecho la guerra durante los tres años, ¡a sus órdenes!" Y Millán, que tira de la cartera y saca mil pesetas -¡de entonces!-: "Toma, para que te emborraches".
Hilari Raguer "La pólvora y el incienso", (pág. 399-400).
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¿Pintoresca? Yo creo que se trata de una obra de arte, de un retrato y autorretrato tan grotesco como real. Impagable esta visión, desde adentro, de la simbiosis entre el fascismo, el militarismo y el catolicismo... tan vigente en las tripas de la actual FRANCOCRACIA.
ResponderEliminarSalud y comunismo
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