[ 160 ]
DIÁLOGOS CON BRECHT
(Notas de Svendborg)
Walter Benjamin
1934
(…)
“6 de julio. Brecht, en el curso de la conversación de ayer: «Pienso a menudo en un tribunal ante el que soy conducido. “¿Cómo es eso? ¿Esto es de veras serio para usted?” Yo tendría que responder: “Completamente serio: no es para mí. Pienso demasiado en lo artístico, en lo que le conviene al teatro, para que pueda llegar a ser algo completamente serio”. Pero después de responder negativamente a esta importante pregunta, agregaré una afirmación aún más importante: que mi conducta es lícita». Sin duda, esta formulación se dio cuando ya estaba avanzada nuestra conversación.
Brecht no había empezado por dudar de la licitud, sino de la eficacia de su conducta. Con una frase que surgió a raíz de algunas observaciones que yo había hecho sobre Gerhart Hauptmann: «A veces me pregunto si no son ésos los únicos poetas que llegan realmente a algo: quiero decir los poetas sustanciales». Así llama Brecht a los poetas para quienes la cosa va completamente en serio. Y para explicar esta idea parte de la fantasía de que Confucio hubiera escrito una tragedia o Lenin una novela. Se consideraría eso, aclara, como un comportamiento ilícito e indigno de ellos.
«Supongamos que usted lee una excelente novela política y se entera después de que pertenece a Lenin, usted cambiaría su opinión sobre ambos y lo haría en un sentido desfavorable para Lenin y la novela».
Tampoco Confucio podría haber escrito una obra de Eurípides; se hubiera considerado eso indigno de él. No lo son en cambio, sus símiles. En una palabra todo esto tiende a la diferenciación entre dos tipos literarios: el del visionario, que se toma la cosa en serio, por un lado, y el del reflexivo, que no se toma la cosa completamente en serio, por otro. Aquí arrojo yo la pregunta sobre Kafka. ¿A cuál de los dos grupos pertenece? Yo sé que la pregunta no admite una respuesta precisa. Y justamente su imprecisión es para Brecht el indicio de que Kafka —a quien considera un gran escritor— es un fracasado, como Grabbe, como Büchner. Su punto de partida es la parábola, el símil que se justifica ante la razón y que, por tanto, en su aspecto textual, no es completamente serio. Pero esa parábola está sujeta a una estructuración. Ella crece y se transforma en una novela. Y el germen de ésta lo traía, mirándolo bien, desde su origen en sí misma. Nunca fue del todo transparente. Por otra parte Brecht está convencido de que Kafka nunca hubiera encontrado su propia forma sin el gran inquisidor de Dostoïevski y aquel otro pasaje parabólico en Los hermanos Karamazov, en el que el cadáver del santo Stavetz comienza a apestar. En Kafka lo parabólico se halla por tanto en conflicto con la visión. Pero como visionario Kafka vio, según dice Brecht, lo por venir sin ver lo que es… Brecht acentúa, como ya antes respecto de Le Lavandou, y para mí más claramente, el aspecto profético de su obra. Kafka habría tenido un único problema y sólo ése: el de la organización del estado de hormigas: cómo los hombres, por las formas de su convivencia, se alienan a sí mismos, y ciertas formas de esa alienación, las llegó a prever, como, por ejemplo, los procedimientos de la G.P.U. Pero no encontró una solución ni despertó de su pesadilla de miedo. De la precisión de Kafka dice Brecht que es la precisión de un impreciso, de un soñador”
[ Fragmento de: Walter Benjamin. “Brecht: Ensayos y conversaciones” ]
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario