miércoles, 28 de septiembre de 2022

 

[ 241 ]

 

 JUAN DE MAIRENA

 

Antonio Machado.

 

 

(…)

 

“La libertad, señores (habla Mairena a sus alumnos), es un problema metafísico. Hay, además, el liberalismo, una invención de los ingleses, gran pueblo de marinos, boxeadores e ironistas.

 

* * *

 

Solo un inglés es capaz de sonreír a su adversario y aun de felicitarle por el golpe maestro que pudo poner fin al combate. Con un ojo hinchado y dos costillas rotas, el inglés parece triunfar siempre de otros púgiles más fuertes, pero menos educados para la lucha y cuya victoria pudiera celebrarse en la espuerta de la basura. El inglés, en efecto, ha sabido dignificar la lucha, convirtiéndola en juego, más o menos violento, pero siempre limpio, donde se gana sin jactancia y se pierde sin demasiada melancolía. Aun en la lucha trágica, que no puede ser juego, la del hombre con el mar, el inglés es el último en perder elegancia. Todo esto es verdad. Mas cuando no se trata de pelear, ¿de qué nos sirven los ingleses? Porque no todas las actividades han de ser polémicas.

 

* * *

 

Si se tratase de construir una casa, de nada nos aprovecharía que supiéramos tirarnos correctamente los ladrillos a la cabeza. Acaso tampoco, si se tratara de gobernar a un pueblo, nos serviría de mucho una retórica con espolones.

 

* * *

 

El siglo XIX es esencialmente peleón. Se ha tomado demasiado en serio el struggle-for-life darwiniano. Es lo que pasa siempre: se señala un hecho; después se le acepta como una fatalidad; al fin se convierte en bandera. Si un día se descubre que el hecho no era completamente cierto, o que era totalmente falso, la bandera, más o menos descolorida, no deja de ondear.

 

* * *

 

—El hombre ha venido al mundo a pelear. Es uno de los dogmas esencialmente paganos de nuestro siglo —decía Juan de Mairena a sus discípulos.

 

—¿Y si vuelve el Cristo, maestro?

 

—Ah, entonces se armaría la de Dios es Cristo.

 

* * *

 

—Dadme cretinos optimistas —decía un político a Juan de Mairena—, porque ya estoy hasta los pelos del pesimismo de nuestros sabios. Sin optimismo no vamos a ninguna parte.

 

—¿Y qué diría usted de un optimismo con sentido común?

 

—¡Ah, miel sobre hojuelas! Pero ya sabe usted lo difícil que es eso, amigo Mairena.

 

* * *

 

En política, como en arte, los novedosos apedrean a los originales.

 

* * *

 

A los tradicionalistas convendría recordarles lo que tantas veces se ha dicho contra ellos:

 

Primero. Que si la historia es, como el tiempo, irreversible, no hay manera de restaurar lo pasado.

 

Segundo. Que si hay algo en la historia fuera del tiempo, valores eternos, eso, que no ha pasado, tampoco puede restaurarse.

 

Tercero. Que si aquellos polvos trajeron estos lodos, no se puede condenar el presente y absolver el pasado.

 

Cuarto. Que si tomásemos a aquellos polvos volveríamos a estos lodos.

 

Quinto. Que todo reaccionarismo consecuente termina en la caverna o en una edad de oro, en la cual solo, y a medias, creía Juan Jacobo Rousseau.

 

* * *

 

Y a los arbitristas y reformadores de oficio convendría advertirles:

 

Primero. Que muchas cosas que están mal por fuera están bien por dentro.

 

Segundo. Que lo contrario es también frecuente.

 

Tercero. Que no basta mover para renovar.

 

Cuarto. Que no basta renovar para mejorar.

 

Quinto. Que no hay nada que sea absolutamente impeorable.

 

* * *

 

—Ah, señores… (Habla Mairena, iniciando un ejercicio de oratoria política). Continué usted, señor Rodríguez, desarrollando el tema.

 

—Ah, señores, no lo dudéis. España, nuestra querida España, merece que sus asuntos se resuelvan favorablemente. ¿Sigo?

 

—Ya ha dicho usted bastante, señor Rodríguez. Eso es toda una declaración de gobierno, casi un discurso de la corona.

 

* * *

 

—La sociedad burguesa de que formamos parte —habla Mairena a sus alumnos— tiende a dignificar el trabajo. Que no sea el trabajo la dura ley a que Dios somete al hombre después del pecado. Más que un castigo, hemos de ver en él una bendición del cielo. Sin embargo, nunca se ha dicho tanto como ahora: «El que no trabaje que no coma». Esta frase, perfectamente bíblica, encierra un odio inexplicable a los holgazanes, que nos proporcionan con su holganza el medio de acrecentar nuestra felicidad y de trabajar más de la cuenta.

 

Uno de los discípulos de Mairena hizo la siguiente observación al maestro:

 

—El trabajador no odia al holgazán porque la holganza aumente el trabajo de los laboriosos, sino porque les merma su ganancia, y porque no es justo que el ocioso participe, como el trabajador, de los frutos del trabajo.

 

—Muy bien, señor Martínez. Veo que no discurre usted mal. Convengamos, sin embargo, en que el trabajador no se contenta con el placer de trabajar: reclama, además, el fruto íntegro de su trabajo. Pero aquellos bienes de la tierra que da Dios de balde, ¿por qué no han de repartirse entre trabajadores y holgazanes, mejorando un poco al pobrecito holgazán, para indemnizarle de la tristeza de su holganza?

 

—Porque Dios, señor doctor, no da nada de balde, puesto que nuestra propia vida nos la concede a condición que la hemos de ganar con el trabajo.

 

—Muy bien. Estamos de nuevo en la concepción bíblica del trabajo: dura ley a que Dios somete al hombre, a todos los hombres, por el mero pecado de haber frutos del trabajo.



—Muy bien. Estamos de nuevo en la concepción bíblica del trabajo: dura ley a que Dios somete al hombre, a todos los hombres, por el mero pecado de haber nacido. Es aquí adonde yo quería venir a parar. Porque iba a proponeros, como ejercicio de clase, un «Himno al trabajo», que no debe contribuir a entristecer al trabajador como una canción de forzado, pero que tampoco puede cantar, insinceramente, alegrías que no siente el trabajador.

 

Conviene, sobre todo, que nuestro himno no suene a canto de negrero, que jalea al esclavo para que trabaje más de la cuenta…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Antonio Machado. “Juan de Mairena” ]

 

*

 


5 comentarios:

  1. Pero la vida es perdida
    trabajando en campo ajeno,
    unos trabajan de trueno
    y es para otros la llovida.

    Jorge Cafrune

    Salud y comunismo

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  2. Marx:
    “La burguesía no puede existir sin revolucionar continuamente los instrumentos de producción [la tecnología], por tanto las relaciones de producción, y por tanto todas las relaciones sociales. La conservación inalterada del viejo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales anteriores” (…) “Para el capital, esa fuerza productiva se incrementa, no cuando se economiza en general en materia de trabajo vivo, sino sólo cuando se economiza en la parte ‘pagada’ del trabajo vivo [...]” (…) “ Es un medio para la producción de plusvalor”

    «Para rebasar la idea de la propiedad privada, el pensamiento comunista basta ampliamente. Para rebasar la propiedad privada real, se necesita una verdadera acción comunista».

    Salud y comunismo

    *

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    1. "Michael Hudson: No solo está desangrando la economía, está desangrando a las empresas y al resto del mercado de valores. El mercado de valores se ha desplomado un 10% este año. Piensa en todas estas empresas que han comprado sus acciones a precios altos, acciones han perdido el 10% de su valor: pérdidas enormes. Entonces, cuando subieron las acciones, subieron momentáneamente durante el año en el que estaban gastando todo este dinero simplemente comprando acciones en lugar de invertir realmente en medios de producción tangibles y productivos.

      Este dinero que reinvierten en acciones no es lo mismo que invertirlo en fábricas o equipos o investigación y desarrollo, porque si las empresas hubieran invertido dicho dinero en investigación, desarrollo y fábricas, esas fábricas aún estarían ahí. Pero las acciones que X compró a precios altos se han evaporado, porque las acciones suben y bajan, ¡y todo ese dinero se esfuma! Todo este sistema solo genera ganancias a muy corto plazo, no a largo plazo.

      Ese es realmente el problema con el sector financiero. Los gerentes financieros son gerentes a corto plazo. No son gerentes a largo plazo. Se les paga por cuánto elevan el precio de las acciones en un año determinado, y utilizan sus ganancias para recomprar sus propias acciones durante el periodo de crecimiento. Durante los últimos años, muchas empresas han pedido prestado a los bancos para comprar sus propias acciones. Dijeron, "un momento, nuestras acciones están rentando el 3%, podemos pedir prestado a menos del 1% y comprarlas ganando más dinero con ellas". Pero los precios de las acciones han caído y las deudas siguen vigentes. Y ahora, estas empresas, dedicadas a comprar sus propias acciones, están atrapadas en las deudas y sus ganancias volatilizadas. Han inflado el casino y destruido el mercado real."

      (...)

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    2. (...)
      "No creo que Marx hubiera imaginada que el monto de efectivo sería tan enorme que los capitalistas no sabrían hacer con él más que recomprar sus acciones. Quiero decir que, recientemente, en un solo año Apple recompró $ 90 mil millones de sus acciones, ¡que es más que los presupuestos combinados del Departamento de Trabajo, la FDA, la Agencia de Seguridad Automotriz! $ 90 mil millones, sólo una empresa. Eso, por cierto, habría pagado con creces todas las matrículas de las universidades públicas, y aún les habría sobrado mucho. Y esa decisión no la tomaron los accionistas de Apple, esa decisión fue tomada por Tim Cook, quien ahora se paga a sí mismo y a su junta directiva $ 833 por minuto. ¡$833 el minuto, 40 horas a la semana!"

      https://michael-hudson.com/2022/09/on-the-federal-reserve-with-ralph-nader/

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    3. Por abundar:

      “De la decadencia de la política en el capitalismo terminal”, Andrés Piqueras

      “El movimiento ampliado del valor como plusvalor (plusvalía) realizado en forma de dinero y reinvertido para generar más plusvalía traducida en el mercado como más dinero, es el capital. En sí mismo no es, por tanto, sino plusvalía reinvertida, trabajo no pagado listo para generar beneficio. El capital es una relación social y una forma de expresar la riqueza producida y acumulada por la sociedad. Como relación social determina dos clases fundamentales, una que se vende como “fuerza de trabajo” y otra que la compra.”

      (…)

      “Estamos ante la situación extrema de una sostenida tendencia hacia
      la baja de la tasa de ganancia sin respuesta en la economía real, que coloca al capitalismo ante el atolladero de no vislumbrar más posibilidad de volver a aumentar dicha tasa, a diferencia de lo que sucedió hasta hoy. En otras palabras, estamos en el momento histórico en que las fuerzas productivas no pueden desarrollarse más dentro de las propias relaciones de producción vigentes y con ello la actual crisis se torna una crisis sistémica.”


      Marx: «El mismo valor es objetividad y subjetividad. Cuando hablamos de trabajo se hacen visibles los seres humanos, en cambio si hablamos de valor parece algo del mundo exterior, independiente de la actividad humana y de su conciencia.»

      ¡Pero sólo el trabajo humano produce valor!



      Salud y comunismo

      *

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