sábado, 4 de febrero de 2023

 

SUELTO / 005

 

DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA

Andrés Piqueras

 

“(…) Nunca las potencias centrales perdonaron a este último país (Yugoslavia) su soberanía, su proyecto social y de desarrollo autónomo. Tras la agresión, Yugoslavia tiene hoy todavía el sector industrial destruido, las cadenas económicas rotas, los puestos de trabajo perdidos, con una migración laboral masiva de jóvenes, una existencia a expensas de las inversiones extranjeras, la importación desaforada, años de crecimiento negativo del PIB y sueños poco realistas de volver al nivel de desarrollo económico de los años 80. A 20 años de los bombardeos, no hay datos oficiales exactos sobre los daños causados (pueden sobrepasar los 100.000 millones de dólares), pero las consecuencias indirectas de los bombardeos son mucho peores.

 

La salud de los ciudadanos se ha visto socavada, se han producido daños irreparables al hábitat y se ha dado una gran pérdida de su fuerza productiva. En cuanto a los países citados antes, habría que señalar la planificación de la destrucción de una formación social como Libia, por ejemplo, que tenía los mayores niveles de desarrollo humano de toda África, según la ONU, comparables a algunos países europeos, como Irlanda o Portugal. Su devastación y la vuelta de la esclavitud abierta en ese país, su control por sucursales del terrorismo global (dicho “islamista”), así como la expansión del mismo a otras zonas de África, está desatando una explosión migratoria en ese continente, que ya no cuenta con la formación social estabilizadora del mismo (Libia fue un gran defensor de la Unidad Africana y de una moneda única africana) y tampón absorbente (y regulador) de sus flujos migratorios. Una parecida importancia en el oeste de Asia la ha tenido Siria, objeto por eso también de destrucción. Algunos han tildado a estos procesos de “desmodernización”, la cual apuntan que se ha cebado especialmente con las sociedades árabes más avanzadas y laicas, haciéndolas involucionar hacia formas de cerramiento social, quasi teocracia y confesionalismo excluyente. Así ha sucedido con Irak y se ha intentado con Siria, por ejemplo (de Somalia, Argelia y Egipto habría que hablar aparte, como con otras coordenadas, de Sudán, Burkina Faso o Nigeria, también por ejemplo). Igualmente se abortó el proceso de modernización de Afganistán y el de la propia Palestina.

 

Esto es lo que queda de los lugares donde EE.UU. interviene militarmente, sea sólo o acompañado por la OTAN. En la estrategia de destrucción y barbarización social del hegemón interviene la paramilitarización de la guerra y la interposición aliada de redes terroristas globales. Aquí hay que considerar que tras el “Consenso de Washington” tendría lugar la “Cumbre de Washington”, en 1999, en la que la OTAN se otorgaba el derecho a la “guerra preventiva”. En la cumbre de esa misma organización, en Praga (en 2002), contraviniendo todos los principios firmados con la URSS justo antes de su extinción, acordó su expansión acelerada hacia el Este de Europa (presionando más y más a Rusia en sus fronteras).

 

Cada vez que la correlación de fuerzas le empezó a ser desfavorable, cada vez que las masas sociales han conseguido algún avance significativo de cara a dar la vuelta al orden de las cosas, el Capital como clase global ha respondido con toda su furia y crueldad, con sus versiones más brutales y sanguinarias: comenzando por los termidores o el “terror blanco” para acabar con las revoluciones. En todas esas intervenciones se lleva a cabo el asesinato sistemático de las poblaciones que protestan, que se organizan (México, Colombia, Guatemala o Honduras han venido siendo ejemplos paradigmáticos de ello). Cualquier experiencia de transformación histórica, como la soviética o la cubana, no han conocido ni un solo día, ni un solo minuto de respiro; han sido asediadas militar, económica, política, cultural, ideológicamente, desde el primer instante, sin tregua. Como hoy lo es Venezuela. No importan los millones de muertes y de pérdidas sociales y económicas que eso cause…”

 

 

 

[ Fragmento de: Andrés Piqueras. “De la decadencia de la política” ]

 

 

*


No hay comentarios:

Publicar un comentario