SUELTO / 011
NEGRO SOBRE NEGRO
Leonardo Sciascia
«Ayer he buscado –y encontrado, afortunadamente, en el desorden de mis cosas– la hoja amarillenta del diario ‘La libertá’ en el que Pasolini publicó el 9 de marzo de 1951 un artículo sobre mi primer librito. Un artículo a tres columnas, como si hubiese hablado de aquel exiguo librito sabiendo lo que yo escribiría después, hasta ahora. Se titula ‘Dittatura in fiaba’. Y termina con este concepto, que refiriéndose a mi había reiterado después de ‘Passione e ideologia’ y, el pasado año, en la crítica de ‘Todo modo’:
“Pero también estos repentinos resplandores, estas gotas de sangre coagulada, son absorbidos por el contexto de este lenguaje, tan puro que el lector se pregunta si su mismo contenido, la dictadura, no habrá sido acaso una fábula”
Creo que este juicio –y por ello lo cito– no era de entusiasmo sino de limitación, considerando que él prefería un lenguaje menos puro, más urgente y candente.
En cualquier caso, a partir de aquel momento hemos sido amigos. Nos escribíamos asiduamente y de vez en cuando nos encontrábamos, en los diez años que siguieron, y especialmente en el periodo en que él trabajaba en la antología de la poesía dialectal italiana. Luego nuestra correspondencia se enrareció, nuestros encuentros se hicieron escasos y casuales (el último en el vestíbulo del hotel ‘Jolly’, aquí en Palermo, cuando él había venido a buscar actores para ‘Las mil y una noches’). Pero yo siempre me sentía amigo suyo; y creo que también él respecto de mí. Existía, sin embargo, como una sombra entre nosotros, y era la sombra de un malentendido. Creo que me consideraba un poco, ¿cómo decirlo?, racista respecto a la homosexualidad. Y tal vez era cierto, pero no hasta el punto de no estar del lado de Gide en contra de Claudel, del lado de Pier Paolo Pasolini en contra de los hipócritas, corrompidos y cretinos que se lo echaban en cara. Y el hecho de no haber conseguido decírselo nunca me da ahora pena, y remordimiento. Yo era –y lo digo sin vanagloriarme de ello, dolorosamente– la única persona de Italia con la que él podía realmente hablar, dialogar.Sin embargo, no hemos conseguido hablar, dialogar. El error sin duda fue mío, y suya la razón.
Todavía quiero decir una cosa más, más allá del angustioso hecho personal: yo veo su muerte –cualesquiera que sean los motivos por los que le han matado, y los sórdidos y turbios detalles que aparezcan– como un trágico testimonio de verdad, de aquella verdad que él ha debatido ardientemente escribiendo, en el último número del ‘Mondo’, una carta a Italo Calvino».
[ Párrafo de ‘Negro sobre negro’, Leonardo Sciascia ]
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