lunes, 10 de julio de 2023

 

[ 428 ]

 

Diarios:  A RATOS PERDIDOS /  3 y 4

 

Rafael Chirbes

 

 

 

26 de febrero / 2006

 

(…) Colocando los libros, aparece un tomito minúsculo cuya existencia no recordaba: "Textos sobre el poder negro". Me pongo a leer algunos de Malcolm X, duros, violentos, con una claridad de ideas cegadora, textos que solo puede escribir alguien que está muy seguro de quién es su sujeto histórico y social, el que él define como el negro campesino (el que quiere la tierra), el negro nacionalista (el que aspira a la nación negra) y el negro que desea hacer su revolución, la revolución negra, y sabe que tendrá que hacerla con sangre (la revolución es la tierra, el poder; y nadie cede la tierra y el poder sin sangre). Malcolm X no quiere una revolución de negros, sino la revolución negra. En estos tiempos en los que la violencia del islamismo ha pasado a primer plano, sorprende encontrar un texto de Malcolm X escrito en el 63 en el que reclama el Corán como religión de venganza. Imagino que este texto que yo no he vuelto a leer desde hace treinta y cinco años actualmente debe de ser de enseñanza obligatoria de jóvenes islamistas en las madrasas de los suburbios estadounidenses. Admira su potencia verbal, su lógica, su definición implacable del mecanismo social. Al leerlo, qué blandos y falaces parecen tantos y tantos textos de política y sociología difundidos en los últimos decenios. Pienso en lo que, desde el poder occidental, han tenido que hacer para liquidar cabezas como esa, con un mensaje tan claro y poderoso, tan bien armado (en todos los sentidos): corrompieron, asesinaron, infiltraron, hundieron a tres generaciones en un basurero de drogas adulteradas, delación y miseria. Aún están ahí en ese oscuro batiburrillo de sangre de Oriente Medio.

 

El texto (con la historia de la niña china matando a su padre, un chino-Tom) resulta escalofriante, insoportable para nuestra moral, pero nadie puede negarle la lucidez. El poder no se toma por las buenas. Leo a Malcolm X y en su cortante prosa resuena Maquiavelo, a quien leí días atrás (por cierto, en uno de los textos Malcolm se refiere a los bombardeos a las iglesias de los negros; treinta o cuarenta años después, los periódicos de estos días informan de numerosos incendios en iglesias baptistas del sur de los Estados Unidos: nuevos capítulos para añadir a los discursos del activista de los Black Panters).

 

Algunos ejemplos de la potencia verbal de Malcolm X:

 

«Si fueras norteamericano no vivirías en un infierno. Vives en un infierno porque eres negro. Tú vives en un infierno y todos nosotros vivimos en un infierno por la misma razón.

 

»Así que todos somos gente negra, eso que llaman “los negros”, ciudadanos de segunda, exesclavos. Ustedes no son más que exesclavos. A ustedes no les gusta que se lo digan. Pero ¿qué otra cosa son? Son esclavos. No vinieron en el Mayflower. Vinieron en un barco de esclavos. Encadenados como un caballo, o una vaca, o una gallina. Y los trajeron los que vinieron en el Mayflower, a ustedes los trajeron los llamados Peregrinos o Padres Fundadores de la Patria. Ellos fueron quienes los trajeron aquí.»

 

En otro discurso (este del 64), dice:

 

«¿Quién es el que se opone a la aplicación de la ley? El propio departamento de policía. Con perros policías y con garrotes. Siempre que ustedes se estén manifestando contra la segregación, ya se trate de la enseñanza segregada, de la vivienda segregada o de cualquier otra cosa, la ley estará de su parte y el que se les ponga en el camino deja de ser la ley. Está violando la ley, no es representativo de la ley. Siempre que ustedes se estén manifestando contra la segregación y un hombre tenga la osadía de echarles encima un perro policía, maten a ese perro, mátenlo, les digo que maten a ese perro. Se lo digo aunque mañana me cueste la cárcel: maten a ese perro.»

 

Poco tiene que ver esa violencia que sacudió nuestra juventud con lo que estos días muestran las televisiones, las radios, aprovechando el treinta aniversario de la muerte de Franco: Beatles, hippies, Mary Quant, canciones de Joan Baez y Dylan, florecitas trenzadas en los cabellos, velas. Eso estaba más bien como contrapunto de la verdadera discusión acerca de cómo desalojar del poder al dictador, una discusión violenta, terrible, que era ponzoña, porque nadie está fuera de su tiempo, y ese fue nuestro tiempo. La gran discusión: Ballots o bullets. Todo nuestro idealismo adolescente no conseguía convertir ese malestar en cosa de broma. Pero no solo era -Malcolm X como prueba- un tema español. Era la vigilia de la revolución mundial. No parecía tan lejos. Al capitalismo se le había ido de las manos el poder en medio mundo, y en la otra mitad lo defendía sin parar en mientes. Napalm, guerra química y degollina. Luego ha restablecido más o menos sus modales corteses, pero, al menos desde la Revolución Rusa, no había sido así (¿y antes?, ¿y esa criminal acumulación de capital en las fábricas de Manchester, en los campos de algodón de las colonias?, ¿en los de caña, en los de café?, ¿en los latifundios andaluces y extremeños?: A Delibes aún le dio tiempo de escribir Los santos inocentes). A mediados de los sesenta y principios de los setenta, se mataba en Vietnam, en Camboya, en Indonesia. El Sudeste Asiático se bañaba en sangre. Y también buena parte de África; y América Latina: Bolivia, Perú, Colombia; aún estaba por llegar lo peor en América Latina: las dictaduras de Chile, de Argentina, de Uruguay, las matanzas en Nicaragua, en El Salvador… Era la sangrienta lucha final. A vida o muerte. Veíamos estallar los conflictos cada vez más cerca: la tentación de la muerte se había instalado en Europa: los Baader-Meinhof en Alemania; las Brigate Rosse en Italia; ETA, FRAP y GRAPO entre nosotros. En aquellos años violentos, se permitió todo. Se fomentaron los golpes de Estado, las guerras sucias, los grupos armados fascistas; se emponzoñó el movimiento izquierdista europeo -infiltrado por los servicios de información, encanallado, encauzado hacia la violencia ciega y se persiguió de todas las maneras posibles a los Panteras Negras hasta eliminarlos: los reventaron a balazos y a chutes de heroína. Malcolm X cuenta las maniobras de los Kennedy para inventarse la figura de Martin Luther King como forma de encauzar el por entonces incontrolable movimiento negro. Malcolm X odia a Luther King, al que considera un miserable Tío Tom. Lo de «I had a dream» le parece un eslogan propagandístico inventado y puesto en circulación por los servicios secretos para dividir un movimiento negro activo, virulento, que no toleraba componendas. Así -y no como hoy nos cuenta la tele- fueron los últimos sesenta, los primeros setenta. Hoy, los vencedores -el pegajoso conglomerado- han restablecido la historia única y algodonosa, lectura unidireccional. No triunfaron los demócratas, ni los republicanos: triunfó la máquina. Los socialdemócratas presumen todavía de que, con ellos, los bancos pueden exhibir paz social y, al mismo tiempo, presentarles a sus accionistas mejores resultados económicos (nos lo repiten estos días aquí en España). Nuestro socialdemócrata Zapatero se muestra orgulloso de que las multinacionales y la banca repartan mejores dividendos que cuando gobernaba el PP. Además, se supone que nuestro Bambi es más simpático que aquel ceñudo Aznar.

 

Malcolm X señala la conferencia de Bandung como el lugar en que se escenificó la aparición de contrapoderes. El grupo de países allí representado se convirtió en el gran objetivo que había que abatir. Basta leer en los libros de historia la evolución posterior de cada uno de ellos para calibrar la cantidad de sufrimiento que supuso esa guerra del capitalismo para recuperar su estatus de modelo único, perdido desde la Revolución Rusa, reconquistar parcela a parcela los países perdidos en Asia y en África. Hay que leer lo que cuenta Malcolm de la Marcha sobre Washington y comparar su versión con lo que los reportajes de la televisión y las películas que hemos visto nos cuentan: comparar las versiones es una lección de historia que debería proponérseles a los escolares. Martin Luther King no sale nada bien parado. Y ni siquiera a él fueron capaces de tragárselo, ni a los que Malcolm X supone que se lo inventaron: Luther King, los Kennedy, Malcolm X, todos asesinados.

 

 

 

 

[ Fragmento de: Rafael Chirbes. “Diarios A ratos perdidos 3 y 4” ]

 

*

 


4 comentarios:

  1. En sintética conclusión, como bien sabía Lenin, Mao, Ho Chi Minh, Fidel Castro... : "El poder no se toma por las buenas".

    Salud y comunismo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Recoges en tu blog las palabras de Parenti:

      “…La percepción implica organizar los estímulos y los datos en unidades comprensibles. En una palabra, la percepción es en sí misma un acto de edición selectiva”

      Del mismo modo que Chirbes “espiga” a Malcom X:

      “…y el negro que desea hacer su revolución, la revolución negra, y sabe que tendrá que hacerla con sangre (la revolución es la tierra, el poder; y nadie cede la tierra y el poder sin sangre).

      Es evidente que ambos tienen un punto de vista historicista, o sea no de vampiros amantes de la sangre, sino por el contrario de materialistas históricos. Me refiero a ese materialismo histórico que la ideología dominante lleva más de un siglo tratando de enterrar en ese oscuro e inaccesible, según reza el cartel luminoso: «Almacén de trastos inservibles». Y en cierto modo no les falta razón, el utilísimo magisterio que brindan los hechos contrastables y documentados del pasado histórico no tiene, para los intereses de la clase dominante, “valor de uso”. Más bien al contrario, de tales hechos sólo pueden extraerse lecciones históricas que desenmascaran su criminal papel explotador y opresor bajo la inclemente luz de las obras y acciones que como clase han protagonizado en los grandes acontecimientos y pequeños sucesos que componen su sangrienta dictadura en las distintas etapas de la ‘histórica y contemporánea’ lucha de clases. Por eso no es extraño que el enemigo de la socialdemocracia PSOE–SUMAR–BILDU… (mimado caballo de Troya del Capital en las filas de la clase trabajadora) es siempre la Historia. Por eso la disfraza, la falsea o directamente la oculta. Y su lugar lo rellena con la enésima promesa –nunca el mismo estuche, siempre el mismo contenido– de “un presente mejorable y un futuro bueno que te cagas”, ya verás que muy prontito va a llegar… y mientras tanto, no seas tonto, vota: hamburguesa y Netflix… a un precio especial para fieles consumidores como tú.


      Salud y comunismo

      *

      Eliminar
    2. PS: El libro de Malcom X que aparece por sorpresa en la estantería de Chirbes lo he encontrado en PDF, pero resulta que es un formato escaneado (imagen) que me ha resultado imposible convertir en EPUB. En fin, en cualquier caso te lo envío por si tú puedes leerlo. Adjunto otros dos libros de Malcom X en formato EPUB que ya tenía.

      Salud y comunismo

      *

      Eliminar
  2. "Por eso no es extraño que... " ¡En el mismísimo centro de la diana!

    Salud y comunismo

    ResponderEliminar