martes, 12 de marzo de 2024

 

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Buzón 404

(estar está, pero por alguna extraña razón, no quieren que lo encuentres / 03)

 

 

 

 

GALDÓS: el realismo, la neutralidad y la OTAN.

 

Decía Juan Benet el autor –también de una serie de novelas ilegibles y ensayos que probablemente no han leído completos ni siquiera los sacrificados correctores de la editorial “polanquista” que lo crió–, del Manifiesto-PSOE de apoyo a la entrada en la OTAN de 1986, redactado por cierto, Gerardo Iglesias dixit, en  presencia de “Dios”, Txiki Benegas dixit (Felipe González presumía de su “ambigüedad calculada” hasta que abandonó la bandera anti-OTAN después de ganar las elecciones.) en la, supongamos, modesta chabolita de un tal Alberto Oliart, sujeto que por entonces interpretaba el papelón de Ministro de Defensa (con “Dios” al mando aunque éste a su vez como buen títere, simplemente obedecía, y qué mal lo disimulaba, las órdenes del Pentágono) y también en su día de querido suegro de un tal Sabina, sí, el mismo tipejo, el superfan del héroe-nazi-Zelensky). A lo que vamos. Decíamos que Benet decía, entre muchas otras pamplinas allá por los años setenta, lindezas de este calibre:

 

“Benito Pérez Galdós es un escritor de segunda fila”.

 

Ahí queda eso. ¿Desde que fila nos habla Benet? Ya se pueden imaginar. Nunca destacó por su modestia este ‘ensoberbecido’ ingeniero que, armado de un exclusivo y envidiable Cadillac, cuando los escogiditos miembros de su capillita viajaban, el que mejor en seiscientos, y los más en metro o autobús, y sobre todo aportaba cienes y cienes de hectólitros de whisky de malta para atraer a su “pesebre” a lo más granado de los escribas pequeñoburgueses (todos ellos cuando llegó el momento firmantes del aludido  Manifiesto pro-OTAN) de la supuesta “izquierda antifranquista” que, lo que son las cosas, resultó que ni izquierda ni antifranquista sino fervientes abanderados del “neutral” polanquismo-otanista.

 

Firmantes del Manifiesto “benetiano” Pro-OTAN, aunque no, no están todos ni todas:

Julio Caro Baroja, Eduardo Chillida, Antonio López, Carlos Bousoño, Rafael Sánchez Ferlosio, Jorge Semprún, Javier Pradera, Jaime Gil de Biedma, Luis Goytisolo, Amancio Prada, Oriol Bohígas, Juan Cueto, Juan Marsé, Víctor Pérez Díaz, Carlos Moya, José Antonio Fernández Ordóñez, Adolfo Domínguez, Eduardo Úrculo, Luis Antonio de Villena, Jaime de Armiñán, Beatriz de Moura, Santos Juliá, Luis de Pablo, Francisco Calvo Serraller, Ricardo Muñoz Suay, Marta Moriarty, Ignacio Gómez de Liaño, Michi Panero, Tomás Llorens…

 

Volviendo a Galdós, lo que Benet no le perdona y por eso lo desprecia  es su “realismo”, su trato directo y compromiso con la grosera realidad de los hechos que, nuestro exquisito ingeniero calificaba de pretencioso y falto de imaginación, meramente fotográfico, chato, burdamente sociológico, extraliterario… y, añadía al mismo paredón, a sus confesos compinches Leopoldo Alas, Clarín y Emilia Pardo Bazán.

 

Vemos que el “realismo” era y es en la actualidad el auténtico caballo de batalla (en esencia nada que ver con la polémica Lukács / Brecht), tanto de los que atacaban y atacan como de los que  defendían y defienden a Galdós. Porque, no nos engañemos, Benet en realidad disparaba contra el “realismo socio-comunista” de su tiempo, o sea contra el llamado “realismo social” que a duras penas emergió bajo la dictadura franquista. Ese “realismo social” que practicaban principalmente escritores “comunistas” como, por citar algunos, Alfonso Sastre, Antonio Ferres, Jesús López Pacheco, Armando López Salinas en la actualidad borrados del mapa literario español. Sin embargo siguen figurando en el mapa con letras de molde, algunos supuestos escritores del “realismo social” que como Sánchez Ferlosio, Goytisolo, o Marsé… acabaron "besando" la “imperialista” bandera de la OTAN.

 

Afirmaba Clarín que el naturalismo (realismo) no era mera sociología sino que era artístico, y que cualquier escritor, utilice la lupa que utilice, no ve igual la realidad que otro. Pero está claro que con lupa o sin lupa, no me imagino yo, por ejemplo, al imaginativo ingeniero Benet prestando atención a una realidad tan prosaica como inocultable en los años cincuenta, que tal era el fenómeno del chabolismo en las grandes ciudades y, interesado por el tema, escribiendo una novela como “La piqueta” del “realista social” Antonio Ferres. Todavía hay clases y por su parte, queda claro que el ingeniero Benet no se rebaja a copiar la cruda realidad social del país en el que vive (lejos de los suburbios chabolistas) ni a interpretarla o reflejarla, puesto que él tiene super-poderes, él, según sus propias palabras, “inventa su propia realidad”. Así cualquiera, ¿no les parece? Con ignorar las sórdidas chabolas en la inventada “Región”, problema resuelto…

 

Años después y en la misma dirección que dicta el trío PRISA-PSOE-OTAN, el novelista más barato, y por eso más premiado, además de eficaz blanqueador del franquismo y la Inmaculada Transición,  y a más a más fan nº 1 del Emérito tristemente exilado en Dubai, el tal Javier Cercas, desde su púlpito nos sermonea del siguiente modo:

 

“De un tiempo a esta parte la novela española vive el retorno de un realismo didáctico, moralista y edificante, que yo no creo que lleve muy lejos, pero que quizá es una de las razones del fervor renovado por Galdós. (...) No le hacemos ningún favor a la literatura —ni siquiera a Galdós— cuando, llevados por el celo patriotero o por el legítimo entusiasmo, lo elevamos a la altura de Dickens o Flaubert, de Tolstói o Conrad o Dostoievski; es decir, a la de los mejores de sus contemporáneos".

 

El ranking de Cercas, como ya se pueden imaginar, no coincide con el de Clarín: “Los dos únicos novelistas vivos que me gustan –le escribe–son usted y Zola”.  y tampoco con el de Antonio Machado (el hermano desconocido de Manuel, que decía Borges, el cieguito facha): “No iguala a Dickens en el arte de apuntar el detalle, pero lo supera en la visión sintética y creadora que se apodera del carácter”. Y menos con el crítico Francisco Cánovas: "¿Galdós es menos por ser costumbrista? ¿Y entonces Faulkner?". Y mucho menos ‘imaginar’ que un historiador marxista norteamericano titularía uno de sus últimas obras: “No se puede ser neutral en un tren en marcha” y desvelaría la impostura de lo “neutral” en las sociedades divididas en clases.

 

En fin, qué se puede esperar de escritores de “segunda fila” como Clarín o Machado… frente a un ganador del Premio Planeta y, por si fuera poco, columnista del diario otanista “El País”.

 

A Cercas le molesta que Galdós no sea neutral, que se “moje mucho” (en asuntos políticos, sociales, religiosos...). Debe de ser que él, es lo que tiene inventarte tu propia realidad, se considera a sí mismo un escritor neutral a pesar de su militancia en las filas del Régimen-78, con su monarquía y su prolongación del franquismo ‘con camisa nueva’ y sobre todo con su OTAN. Aunque, no sé si será el caso, hay autores que declaran muy serios ellos que nunca leen sus obras “ya publicadas”, y eso lo explicaría todo, o casi todo, digo la incongruencia de sus afirmaciones contrastadas con sus propias obras. En fin. De cualquier manera resulta curiosa la petulante regañina de Cercas a Galdós cuando saca a colación una cita (1852) de Flaubert, dando a entender que, a este sí, lo considera un escritor neutral (Sartre lo consideraba un infame por no haber escrito una sola línea denunciando la masacre de los comuneros de París), y subrayando que el francés era, según confesión propia, uno de los autores favoritos del hereje canario…

 

“El autor debe estar en su obra como Dios en el universo: presente en todas partes, pero sin que se le vea en ninguna".

 

 

Para Cercas la verdad es literaria, a lo Kafka o Flaubert, y no es histórica ni concreta, a lo Galdós. Negar ‘verdad literaria’ a la copiosa y variadísima obra de Galdós, en mi opinión demuestra que lo ha leído poco o, lo más probable, que no ha entendido nada. Y si no es capaz de ver nada concreto y histórico en la pulidísima obra del francés o en los inacabados relatos del checo, tres cuarto de lo mismo.

 

El realismo didáctico, moralista y edificante, que le endosa Cercas, le costó a Galdós la furiosa enemistad de jesuitas y conservadores monárquicos. Es lo que pasa cuando no te conformas con ‘una escritura neutral’, ajena al concreto contexto histórico en el que vives. No contento con incordiar a las fuerzas reaccionarias de la Iglesia y la monarquía, Galdós se complicó la vida con la militancia política: primero fue diputado con el Partido Liberal y más tarde con la Conjunción Republicano-Socialista. Tuvo al mismo tiempo la osadía de estar al tanto de los acontecimientos socio-políticos y culturales y, en consecuencia, entender la literatura como instrumento para la transformación social. Concretando, no disimuló en ‘Los Episodios nacionales’ un objetivo pedagógico, ni que pretendía dar a conocer al gran público una Historia que en sustancia, y no por casualidad, le era institucionalmente escamoteada y por eso prácticamente desconocida.

 

La presencia de contenido ideológico en una obra literaria, se admita o no, es ineludible para cualquier autor independientemente de su voluntad, otra cosa es el peso y la medida de tal presencia en forma explícita o implícita. Claro que no hay peor ciego que el que no quiere ver, lo que hay o lo que falta. Pero esa ceguera voluntaria, ese dogma que no ve más que lo que quiere ver, también es, por más que a algunos le pese, una postura ideológica.

 

A Galdós se le criticaba  “el sabor a puchero” de sus escritos, o el “tufillo casero” de su prosa (y el se vengaba jocosamente incluyendo en sus novelas las más  excesivas alabanzas al modesto e incombustible garbanzo). Sin embargo, Luis Cernuda consideraba que, a mediados del siglo XX, la obra de Galdós seguía viva y actual. Y Antonio Machado lo definía, y así lo hizo saber en vida del autor, como el más fecundo de los novelistas españoles, el más fuerte, el más creador, el más original entre los maestros de su tiempo.

 

Creo que viene a cuento, para que no se diga, que incluso grandes poetas comunistas y comprometidos con las luchas políticas, hablo de Pablo Neruda, han caído en el mismo error de utilizar “la escritura neutral” (tal y como él la entiende), como arma arrojadiza, aunque en este caso concreto, Neruda denuncie (en su libro de memorias ‘Confieso que he vivido’) la ‘neutralidad’ desde la propia trinchera de izquierda comprometida, o sea echándole en cara a Alejo Carpentier ‘ser uno de los hombres más neutrales que he conocido. No se atrevía a opinar sobre nada, ni siquiera sobre los nazis, que ya se le echaban encima a París como lobos hambrientos’. Por el contrario, y subrayando la malignidad injustificable de Neruda, Julio Rodríguez Puértolas destaca los artículos de Carpentier, publicados en los años treinta, dedicados a denunciar al fascismo italiano y al nazismo alemán, y otros en los que ataca al gran capital con nombres y apellidos: los Rothschild, los Ford o los Deterding. Por no hablar de su compromiso “presencial” con la lucha antifascista de los republicanos españoles.

 

Escribe Carpentier:

“ En 1937 volví a España (…) viajé desde París con César Vallejo, Malraux, Marinelo y Pita. En Valencia recibimos nuestro bautismo de fuego la misma noche que llegamos; la aviación fascista bombardeó la ciudad; las bombas estremecían el hotel. Mi compañero de cuarto dormía en la cama sin hacer caso de las bombas. ‘No va a pasar nada’, me dijo, y volvió a meterse debajo de la colcha. Era el escritor Lukács.”

¿otro escritor neutral, querido Pablo?

 

En nuestros días, críticos como Carlos Blanco Aguinaga o novelistas como Rafael Reig o Rafael Chirbes –todos ellos alineados claramente contra la OTAN–, han alabado no sólo los sólidos valores literarios del maestro canario sino su extraordinaria capacidad para construir personajes memorables y para contar y describir de forma magnífica el ambiente social, político y cultural de la España del siglo XIX.

 

En definitiva, nada como leer a Galdós “sin filtros intermediarios que coaccionen nuestra conciencia”, para adquirir un criterio fundamentado y propio sobre su concepto de la literatura, de la historia y del compromiso social e histórico de todo artista e intelectual que se precie de serlo. En cualquier caso, con Galdós, además del saludable y gratificante ejercicio intelectual (que le permitirá distinguir a los auténticos verdugos de las verdaderas víctimas), los buenos ratos, la sonrisa, la risa y hasta la carcajada, están garantizados.

 

3 comentarios:

  1. A Benito Pérez Galdós sí lo conozco, a Javier Cercas... nada más que de oídas y someras lecturas de alguno que otro de sus artículos en la "Prisa-prensa del régimen", pero corre el acreditado rumor de que pertenece a la 'soleada cara del movimiento'.

    Jugoso e instructivo, este 'Buzón 404'.

    Salud y comunismo

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  2. SIMÓN BOLÍVAR: “LA PRIMERA DE TODAS LAS FUERZAS ES LA OPINIÓN PÚBLICA”


    En mi opinión tanto Galdós como Benet o Cercas son intelectuales comprometidos con la realidad de los hechos. Galdós se preocupó por buscar las huellas que deja en la historia la realidad de los hechos, para con tales materiales escribir sus obras, que ahí están para disfrutarlas y juzgarlas al alcance de todos, digo en el completo sentido de la palabra. Mientras que el compromiso de los intelectuales orgánicos de la clase dominante, consiste más bien en borrar esas impertinentes y peligrosas huellas “de lo real”, y fabricar o inventar otra realidad paralela que, siendo verosímil, se ajuste claramente a los ocultos intereses de la clase dominante y su orden establecido. Véase en el caso de Cercas sus escritos sobre la memoria histórica o sobre el montaje del 23F. A continuación acudan a cualquier libro de historia mínimamente riguroso y documentado. Y ustedes mismos. En el caso de Benet todo es ridículamente enigmático, el 18 de julio de 1936 queda reducido a un “tal vez un día de verano”; la sintaxis es laberíntica por necesidades del guión; el vocabulario esotérico porque para que se entienda ya están los vulgares prosistas realistas, descalificados como de la “berza”; la trama desestructurada, que no la comprenda ni el Cristo que la fundó (que diría Galdós)… en fin.

    No es casualidad que un escriba como Benet, redacte el Manifiesto (todos los intelectuales que lo firmaron fueron en su día premiados con Ministerios, altos cargos en la administración, instituciones y organismos públicos, premios, embajadas…) pidiendo el voto afirmativo al ingreso en la OTAN, puesto que su estilo-oscuro-difícil-impenetrable-no-realista de escritura resultaba idóneo para, aprovechando el bajo nivel político-cultural del país, vender a una ciudadanía centrada en sus preocupaciones cotidianas: trabajo, vivienda, educación, sanidad… y muy alejada de cuestiones de “política internacional”, lo conveniente de la permanencia en la OTAN (no olvidemos que ya funciona el bipartidismo y que que la derecha –UCD– ya había ejecutado en mayo de 1982, después del “inventado por la CIA” Golpe del 23F que quitó de en medio al estorbo Suárez, el ingreso en la OTAN) con el argumento, retomamos, de las ventajas sociales y económicas que, sólo para los selectos miembros de la OTAN, traería consigo el ingreso en la CEE, o sea la pertenencia al tan ansiado como exclusivo: Club EUROPA. Claro que todo esto es la parte “cultureta” de la batalla de las ideas, porque donde el establishment ganó la guerra cognitiva fue en la televisión “pública” atada y bien atada entonces por el PSOE: “Al menos dos tercios de los españoles habían tenido en la televisión su única o principal fuente de información”. Pues eso.

    Salud y comunismo

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    1. La Vanguardia, 2003:

      "El hermano del presidente de los EE.UU. aprovechó su discurso en este acto para referirse a la actual situación internacional y al apoyo prestado a EE.UU. por el que Bush llamó erróneamente "el presidente de la República española" en referencia al presidente del Gobierno español, José María Aznar.
      Aunque en ningún momento de su intervención el gobernador de Florida mencionó la palabra guerra ni hizo alusión al posible ataque contra Iraq, sí aseguró que la actual crisis que pueda apreciarse actualmente "traerá beneficios para todos" a largo plazo. "Puedo asegurar a todos los que tienen sus dudas -señaló Bush- que a largo plazo esa relación (entre España y EE.UU.) dará beneficios que no se pueden imaginar ahora". Además, anticipó que en unos meses esa relación "será más fuerte" e insistió en que deparará "beneficios para todos"."

      Al Bush este sólo le faltó repartir galletas, como la sionista Victoria Nuland en Maidan.

      Salud y comunismo


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