viernes, 31 de mayo de 2024

 

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HISTORIA SOCIAL DE LA LITERATURA ESPAÑOLA ( V )

 

Carlos Blanco Aguinaga,

Julio Rodríguez Puértolas,

Iris M. Zavala.

 

 

 

 

I

EDAD MEDIA

 

EL FEUDALISMO.

DESDE LOS ORÍGENES HASTA EL SIGLO XIII

 

(…)

 

 

MESTER DE CLERECÍA E INTERESES CREADOS.

GONZALO DE BERCEO

 

En el siglo XIII y al calor del desarrollo social del momento (véase la Nota Introductoria) aparece el mester de clerecía. Se trata de una escuela erudita y clerical -en su doble sentido-, en conexión con la vida e intereses de los monasterios, y que ofrece un aspecto cultural muy compacto. Su técnica poética es, por lo general, bien determinada y regular: estrofas de cuatro versos de una sola rima y con catorce sílabas (tetrástrofos alejandrinos monorrimos, cuaderna vía), al menos inicialmente. Aparece por primera vez el orgullo intelectual, inseparable del individualismo, que se irá desarrollando con lentitud, como señala el Libro de Alexandre, marcando sus diferencias con el arte juglaresco, con el que, sin embargo, coexiste:

 

mester trago fermoso, non es de ioglaría;

mester es sen peccado, ca es de clerezía,

fablar curso rimado por la quaderna vía,

a sílabas cuntadas, ca es grant maestría.

 

[ «Traigo una obra hermosa que no es de juglaría: / obra es sin pecado, pues es de clerecía, /  hablar con rimas por la cuaderna vía, /  con sílabas contadas, que es gran maestría.» ]

 


Si bien la influencia de la cultura eclesiástica es evidente, la lengua es la común, y ello ha de ser así en atención a las motivaciones básicas del género, de lo que se tratará al hablar de Gonzalo de Berceo; éste dirá:

 

quiero fer una prosa en román paladino,

en el qual suele el pueblo fablar a su vezino.

 

[ «Quiero hacer un poema en lengua vulgar, / en la cual suele el pueblo hablar con su vecino.» ]

 

Los temas de dos obras del mester de clerecía señalan el carácter más universal y abierto de la nueva cultura, el Libro de Alexandre y el Libro de Apolonio. El primero cuenta la vida y hazañas de Alejandro Magno, asunto que unido a la espectacular caída del viejo héroe se hizo especialmente popular durante la Edad Media, con abundantes versiones occidentales. El extenso poema -más de 10.000 versos- ofrece un variado y abigarrado cuadro de la antigüedad helénica, al tiempo que destaca poderosamente la personalidad de Alejandro, insatisfecho ante sus victorias y conquistas, buscando siempre algo más -la sabiduría, los misterios del cielo y del fondo de los mares- y, por último, traicionado y asesinado de forma miserable:

 

Alexandre, que era rey de grant poder,

que mares nen tierra no lo podien caber,

en una fuessa ovo en cabo a caer,

que non podie de término doze pies tener.

 

[ «Alejandro, que era rey de gran poder, /  que ni los mares ni la tierra lo podían contener, /  en una tumba, por fin, vino a caer, /  que no tenfa ni doce pies de larga. ]

 

El Libro de Apolonio, por su parte, se relaciona con los esquemas de la vieja novela bizantina de aventuras y viajes, de final feliz y con las habituales moralizaciones.

 

Pero es la obra de GONZALO DE BERCEO la que se destaca señera entre la literatura del mester de clerecía del siglo XIII. El sacerdote Berceo pertenecía al monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla, en la Rioja, de donde probablemente fue notario; vivía aún a mediados de la centuria. Toda su abundante obra conservada es puramente religiosa: tres vidas de santos, tres poemas marianos, tres poemas doctrinales y algunos himnos. Suele manejar la crítica, al tratar de Berceo, varios tópicos contra los cuales conviene estar alerta, tales como «sencillez», «ingenuidad» y «popularismo». Lo que en verdad se oculta tras esa aparente «sencillez» de Berceo no es sino una gran complejidad y habilidad para cumplir unos fines bastante concretos y determinados: la propaganda de su monasterio y la defensa de los intereses del mismo -semejante a lo que vimos al tratar del Poema de Fernán González- a un nivel local; la propaganda y la defensa de su religión, y al propio tiempo del sistema y orden establecidos, a un nivel más general. Berceo acudirá para ello a diferentes recursos, como el uso de elementos juglarescos y de la captatio benevolentiae o falsa modestia para acercarse al pueblo, o como la casi continua referencia al escripto o libriello que le inspira y le sirve de modelo, manejando así el respeto y temor que las masas iletradas sentían por la letra escrita. La vida de San Millán es, en este sentido, una pieza maestra, en que Berceo recoge viejas tradiciones de su monasterio, la más importante la de un milagro realizado por el santo después de muerto: su intervención, nada menos que al lado de Santiago Matamoros, en una batalla entre leoneses y castellanos -dirigidos respectivamente por el rey Ramiro y el conde Fernán González- contra los musulmanes. En efecto, en el cielo,

 

vieron dues personas fermosas e luçientes

mucho eran más blancas que las nieves reçientes.

Vinien en dos caballos plus blancos que cristal;

armas quales non vio nunqua omne mortal:

el uno teníe croza, mitra pontifical;

el otro una cruz, omne non vio tal.

A víen caras angélicas, figura,

por el aer a una grant pressura,

catando a los moros con turva catadura,

espadas sobre mano, un signo de pavura.

 

[ «Vieron dos personas hermosas y relucientes, / eran mucho más blancas que las nieves recientes, / venían en dos caballos más blancos que el cristal, /  las armas que llevaban nunca las vio antes hombre mortal: /  uno llevaba báculo y mitra pontifical; / el otro una cruz, nadie había visto tal antes. / Tenían caras angelicales, figuras celestiales, /  bajaban por el aire con gran prisa, /  mirando a los moros con torva catadura, /  espadas en la mano, señal terrible» ]

 

La victoria cristiana es total, y como consecuencia, León se compromete a tributar una cantidad fija a Santiago y Castilla a San Millán; al monasterio,

 

unas tierras dan vino, en otras dan dineros,

en algunas en alguantas carneros,

fierro traen de Alaba e cunnos de azeros.

quesos dan en ofrendas por todos los camberos.

[ «Unas tierras dan vino, otras dinero, /  en algunas comida, en otras carneros, /  hierro traen de Alava y acero, / quesos dan en ofrenda por todos los pueblos» ]

 

Que en tiempos de Berceo los no se entregaban con excesivo entusiasmo lo indican los siguientes versos:

 

si estos votos fuessen lealmente enviados,

estos santos serien nuestros pagados;

avriemos pan e vino, temporales temprados,

non seriemos commo somos de menguados.

 

[«Si estos votos fuesen lealmente cumplidos, / estos santos preciosos estarían contentos de nosotros, /  tendríamos pan y vino, tiempo templado, / no estaríamos, como estamos, llenos de tristeza»]

 

Queda así claro el propósito del «ingenuo» y «primitivo» poeta: servir los intereses económicos de su cenobio. Como se ha demostrado, Berceo no duda en aducir documentos y acuerdos totalmente falsos. Teniendo en cuenta el público de su obra, utiliza inteligentemente metáforas y referencias campesinas y militares que acercan el poema a las masas agrarias e iletradas que escuchan sus versos. La vida de Santo Domingo de Silos, que también fue prior benedictino de San Millán de la Cogolla, se sitúa en la misma línea propagandística e interesada.

 

Se ha dicho que Berceo es «el juglar de la Virgen», y en efecto, tres de sus obras están dedicadas a ella. La más importante y representativa es, desde luego, Milagros de Nuestra Señora, colección de veinticinco maravillosas historias inspirada en otras semejantes latinas y francesas, de gran popularidad en Europa (las Cantigas de Alfonso el Sabio son otro magno ejemplo peninsular). El objetivo de estas colecciones y de Berceo parece bastante claro: inspirar y aumentar la devoción por María, que aparece como abogada de los hombres -en los Milagros hay más perdonados que condenados- de acuerdo con el nuevo papel asignado a la Virgen ya desde el siglo XI. El fenómeno religioso que supone el hecho de que María llegue a adquirir en ciertos momentos históricos más importancia que el mismo Cristo-Dios, es a primera vista sorprendente. Pero la explicación no es difícil. Cristo aparece en el arte y en la vida medievales no sólo como el hombre sufriente y atormentado, sino también y de modo muy especial como el Cristo-Rey, con todos los atributos de un airado monarca terrestre que juzga severamente a los hombres, convirtiéndose en una transposición del gran señor feudal; en las representaciones artísticas aparece a menudo con la amenazadora espada y con la corona señoriales. Se trata del mismo fenómeno que transforma el paraíso en una corte celestial-feudal, con sus rígidas clasificaciones estamentales de ángeles. Y así, María, madre de Cristo, abogada de los miserables, es ahora una benigna reina de los cielos, contrapeso de las iras de su hijo. En este valle de lágrimas, cuyas instituciones eran de derecho divino, no había posibilidad de cambios estructurales; la solución se hallaba a posteriori y la igualdad se conseguía después de morir, como las danzas de la muerte enseñan. El propio Berceo, en uno de sus poemas menores, De los signos que aparecerán antes del Juicio, explica bien las claras la solución apocalíptica, con sus espantables castigos para todos aquellos que no han cumplido correctamente con el papel social que les ha correspondido, y también, cómo no, contra las riquezas terrenales:

 

el día cuarto décimo será fiera barata,

ardrá todo el mundo, el oro e la plata,

balanquines e púrpuras, xamit e escarlata;

non fincará conejo en cabo nin en mata.

*********************************************************

 

Los omnes cudiciosos del haber monedado,

que por ganar riqueza non dubdan fer pecado,

metránlis por las bocas el oro regalado:

dirán que non hobiese atal haber ganado.

Los falsos menestrales e falsos labradores

allí darán emienda de las falsas labores;

allí prendrán enmienda de los falsos pastores.

 

********************************************************

Los omnes soberbiosos que roban los mezquinos,

que lis quitan los panes, así facen los vinos,

andarán mendigando corvos como encinos:

contecerá eso mismo a los malos merinos.

 

[ «El día catorceno pasarán horribles cosas, /  arderá todo el mundo, el oro y la plata, / palanquines y púrpuras, sedas y escarlatas; / no quedará conejo ni en rincón ni en mata. / ...

/ Los avarientos de dinero, / que por conseguir riquezas no temen pecar, / les meterán por la boca el oro diluido: / dirán que ojalá no hubiesen tal dinero ganado. / A los falsos menestrales y labradores / allí les darán enmienda de sus mentirosos trabajos: / allí castigarán a los falsos pastores. / ...

/ Los hombres soberbios que roban a los pobres, / que les quitan los panes y también los vinos, /  andarán mendigando, inclinados como encinas: / eso mismo sucederá con los malos regidores.» ]

 

Los Milagros comienzan con una atractiva y hermosa introducción alegórica en que se utilizan a lo divino todos los elementos tradicionales del jardín erótico:

 

Yo, maestro de Berceo nomnado,

yendo en romería en un prado

verde e bien sencido, de flores bien poblado,

logar cobdiciadero pora homne cansado.

 

Daban olor sobejo las flores bien olientes,

refrescaban en homne las caras e las mientes,

manaban cada canto fuentes claras corrientes,

en verano bien frías, en ivierno calientes...

 

[ «Yo, llamado maestro Gonzalo de Berceo, /  yendo en romería llegué a un prado / verde y sin hollar, bien poblado de flores, / lugar agradable para el hombre cansado. / Daban fuerte olor las perfumadas flores, / refrescaban en el hombre rostro y mente; /  manaban de cada esquina claras y corrientes fuentes, / en verano bien frías y en invierno calientes...» ]

 

Arboles y flores, pájaros cantores, todos los elementos necesarios son manejados por Berceo, que explica después su sentido no erótico, sino cristiano: el prado es la Virgen; las flores, los diversos nombres que se le han dado a la madre de Cristo; las cuatro fuentes, los cuatro evangelistas, por ella inspirados. En los Milagros, el poder de la Virgen adquiere características en verdad sorprendentes. María, en efecto, salva del infierno a ladrones, borrachos y monjas embarazadas; resucita a quienes fallecidos en pecado mortal, vueltos de nuevo a la vida y convenientemente arrepentidos, terminan por ir a la gloria; se habla de los peligros del intelectualismo y de las ventajas de la ignorancia; se llega a los límites del subconsciente en un milagro en que María, celosa, escamotea de entre los brazos de la esposa a un recién casado en la noche de bodas; se maneja el antisemitismo; la Virgen interviene incluso para arreglar las finanzas de un comerciante en apuros. De campesinos a obispos, todo el espectro de la sociedad medieval aparece dominado por los poderes sobrenaturales de María, abogada y defensora, pero que también sabe castigar cuando es preciso. El propósito, más allá de supuestas ingenuidades, no es otro que el de la preservación del orden establecido, invocando la posibilidad del milagro cotidiano y de una vida eterna…

(continuará)

 

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