miércoles, 19 de junio de 2024

 

[ 597 ]

 

 

 

CARLOS MARX  / FEDERICO ENGELS

CORRESPONDENCIA

 

 

 

 

9. DE MARX A ENGELS

 

Londres, 2 de abril de 1851.

 

 

... Lo peor de ello es que he interrumpido súbitamente mis estudios en la biblioteca.

 

[ Marx trabajaba en la sala de lectura del Museo Británico. La interrupción se debía al parto y enfermedad de su mujer en un momento de desesperante estrechez pecuniaria. ]

 

 

He llegado tan lejos que podré terminar con toda la inmundicia económica en cinco semanas. Hecho esto elaboraré la economía en casa, en tanto que en el Museo arremeteré contra otra ciencia. Esto está empezando a aburrirme. En el fondo, esta ciencia no ha progresado desde A. Smith y D. Ricardo, si bien tanto se ha hecho en lo que respecta a investigaciones especiales y con frecuencia extremadamente delicadas...

 

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10. DE ENGELS A MARX

[Manchester] 23 de mayo de 1851.

 

... Cuanto más pienso sobre el asunto, tanto más claramente se me aparece que los polacos como nación están acabados y sólo pueden ser empleados como instrumentos hasta que la propia Rusia sea arrastrada a la revolución agraria. A partir de ese momento, Polonia no tendrá en absoluto razón de existir. Los polacos nunca han hecho en la historia más que estupideces que prueban su coraje y su temperamento pendenciero. No se puede señalar un solo campo en el cual Polonia, siquiera en relación a Rusia, haya representado con algún éxito el progreso, o haya hecho cosa alguna de importancia histórica. En cambio, Rusia es realmente progresista en relación al Oriente. A pesar de su bajeza y de la roña eslava, la dominación rusa es un elemento civilizador en el mar Negro, en el Caspio y en Asia Central, entre los bashkires y los tártaros, y Rusia ha absorbido muchos más elementos civilizadores, y sobre todo industriales, que los polacos, cuya naturaleza entera es la del caballero ocioso. El solo hecho de que la aristocracia rusa —desde el zar y el príncipe Demidov hasta el más piojoso boyardo de la decimocuarta categoría, que sólo es blahorodno [bien nacido]— fabrica, trafica, entrampa, se permite ser corrupta y hacer toda clase posible de negocios, cristianos o judíos, es ya una ventaja. Polonia nunca ha sido capaz de asimilar elementos extranjeros. Los alemanes de las ciudades son y siguen siendo alemanes. Todo germano-ruso de la segunda generación es, en cambio, un ejemplo viviente de la facultad rusa de rusificar alemanes y judíos. ¡Hasta los judíos adquieren ahí pómulos eslavos!

 

Las guerras napoleónicas de 1807 y 1812 ofrecen notables ejemplos de la “inmortalidad” de Polonia. Lo único inmortal de Polonia ha sido su manía de enredarse en riñas infundadas. A esto se agrega que la mayor parte de Polonia, la llamada Rusia Blanca —es decir, Bialistok, Grodno, Vilna, Smolensk, Minsk, Moguilev, Volinia y Podolia— se han dejado gobernar por los rusos tranquilamente, con pocas excepciones, desde 1772; a excepción de unos pocos ciudadanos y nobles aquí y allá, nunca se han agitado. Una cuarta parte de Polonia habla el lituano, otra cuarta parte el ruteno y una pequeña parte semirruso, mientras que de la zona polaca propiamente dicha, una tercera parte está germanizada.

 

Afortunadamente, en Neue Rheinische Zeitung nunca contrajimos obligación positiva alguna para con los polacos, excepto la inevitable de su restauración con fronteras adecuadas; y aun esto sólo a condición de una revolución agraria. Estoy seguro de que esta revolución se llevará a cabo antes en Rusia que en Polonia, debido al carácter nacional y a que los elementos burgueses están más desarrollados en Rusia. ¿Qué son Varsovia y Cracovia comparadas con Petersburgo, Moscú, Odesa, etcétera?

 

Conclusión: quitar todo lo posible de la Polonia occidental, ocupar con alemanes sus fortalezas, especialmente Posen [Poznan], so pretexto de defensa, dejarlos que se hagan un lío, conducirlos al fuego, comerles su país, alimentarlos con esperanzas acerca de Riga y Odesa, y, si puede lograrse que se muevan los rusos, contraer con ellos una alianza y obligar a los polacos a irse. Cada pulgada de la frontera desde Memel a Cracovia que se les conceda a los polacos, arruina por completo a esta frontera ya miserablemente débil desde el punto de vista militar, y expone toda la costa báltica hasta Stettin.

 

Más aun: estoy convencido de que cuando ocurra la próxima pendencia, toda la insurrección polaca se limitará a los nobles de Posen y Galitzia con unos pocos adherentes del reino, pues el país está tan espantosamente exhausto que no puede hacer nada más; y las pretensiones de esos caballeros, a menos que sean apoyadas por franceses, escandinavos, etc., y fortalecidas por una trifulca en Checoslovaquia, se desplomarán a consecuencia de su miserable ejecución. Una nación que a lo sumo puede poner en pie de guerra veinte a treinta mil hombres, no cuenta. Y Polonia no puede ciertamente hacer mucho más que eso.

 

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