viernes, 5 de julio de 2024

 

[ 604 ]

 

EL MÉTODO YAKARTA

 

Vincent Bevins

 

(…)

 

 

 

06

 

El movimiento 30 de septiembre

 

 

OPERACIONES CLANDESTINAS

 

Cuando la estrategia diplomática de Jones se vino abajo, tanto el Gobierno estadounidense como el británico incrementaron sus actividades secretas en Indonesia. Las características completas de estas operaciones todavía nos son desconocidas, pero incluyeron «operaciones negras» y preparativos para la guerra psicológica. Los británicos crearon la posición de «director de guerra política» en Singapur en diciembre de 1964. El Gobierno estadounidense aprobó un plan secreto el 4 de marzo de 1965, aunque la fuente de financiación y la cantidad aportada siguen siendo material clasificado. La mayor parte de las actividades secretas fueron llevadas a cabo probablemente por la CIA y por el MI6. Teniendo en cuenta cómo trabajaban estas organizaciones, es prácticamente seguro que las operaciones también incluyeron trasladar noticias falsas o provocadoras a través de la prensa indonesia e internacional. Querían provocar que los comunistas pasaran a la acción.

 

 

Desde principios de la década de 1960, los Gobiernos estadounidense y británico consideraban —y lo habían discutido con frecuencia— que la situación ideal sería un «golpe de Estado prematuro del PKI» que pudiera desencadenar una respuesta del Ejército. Es posible que alguna versión de este plan se desarrollara en secreto, encubierta en el programa de actividades civiles de Kennedy, a partir de 1962.

 

 

En una de las últimas reuniones a las que asistió como embajador, el propio Howard Jones, en Filipinas, dijo a puerta cerrada a los responsables del Departamento de Estado:

 

 

«Desde nuestra perspectiva, por supuesto, un golpe de Estado infructuoso del PKI puede ser el acontecimiento más efectivo para iniciar un cambio de rumbo en las tendencias políticas de Indonesia».

 

 

Algunas de las facciones más conservadoras de Indonesia estaban descontentas con el giro a la izquierda de Sukarno. Destacaba especialmente el Ejército, pero también algunos grupos musulmanes. En ciertas regiones del país, los terratenientes locales mantenían un conflicto de baja intensidad con el PKI. Después de aprobar un paquete de reformas agrarias muy limitado, el Partido Comunista se comprometió a presionar a los terratenientes para que respetaran la ley, lo que conllevó algunos enfrentamientos, especialmente en Java Oriental y en Bali.

 

 

Sukarno había valorado la creación de una nueva milicia, una «quinta fuerza» nacional compuesta de ciudadanos de a pie, trabajadores y campesinos, una suerte de cuerpo de reserva que existiría en paralelo a los militares. China había urgido a los indonesios a crear una milicia popular porque, en palabras de Zhou Enlai a Subandrio, el ministro de Exteriores,

 

«las masas militarizadas son invencibles».

 

 

Sin embargo, el Ejército se oponía a la idea y Sukarno tenía intención de discutirlo con los altos mandos en breve. Tal y como señaló la CIA en mayo de 1965, el PKI, por sí mismo, «contaba únicamente con un potencial limitado para la insurgencia armada, y casi con certeza no querría provocar a los militares en un enfrentamiento directo».

 

 

En agosto de 1965, Sukarno cayó enfermo y fue atendido por un médico chino que recomendó al presidente reducir su carga de trabajo y «ejercer la moderación en su vida sexual». Sukarno se negó y los expertos políticos empezaron a preocuparse por lo que sucedería en caso de que muriera. Aidit, el líder del Partido Comunista, fue a Pekín y se reunió con Mao. Contamos con una transcripción parcial de su conversación:

 

Mao: Creo que el ala derecha indonesia está decidida a hacerse con el poder. ¿Están ustedes decididos también?

 

Aidit: [Asiente] Si Sukarno muere, será una cuestión de quién toma la delantera.

 

Mao: Sugiero que no viaje con tanta frecuencia al extranjero. Puede hacer que sea su segundo el que salga en su lugar.

 

Aidit: La derecha podría adoptar dos vías posibles de actuación. En primer lugar, podrían atacarnos. De hacerlo, tendríamos motivos para contraatacar. En segundo lugar, podrían adoptar una forma más moderada preparando un Gobierno NASAKOM. […] Los estadounidenses dijeron a Nasution que esperara pacientemente; incluso si Sukarno moría, [el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Nasution] debería ser flexible antes que iniciar un golpe de Estado. Él aceptó la sugerencia de los estadounidenses.

 

 

El líder chino confiaba mucho menos en los militares indonesios y en sus apoyos en Washington. Mao respondió: «No es fiable. La situación actual es otra».

 

 

Aidit describió a continuación un plan de contraataque en el que los comunistas podrían establecer un comité militar mezclando elementos de izquierda y de centro, de modo que no supusiera levantar la «bandera roja» y suscitar una oposición inmediata. Mao llevó la conversación a su propia experiencia con el Partido Nacionalista Chino, tal vez para «sugerir que Aidit debería prepararse tanto para unas conversaciones de paz como para enfrentamientos armados», según Taomo Zhou, la historiadora que sacó a la luz recientemente esta conversación.  Aidit, no obstante, no preparó a su partido para ningún enfrentamiento armado.

 

 

Conforme avanzaba 1965, los rumores de que los generales conservadores estaban conspirando con la CIA o con alguna potencia extranjera empezaron a correr como la pólvora en Yakarta. El Gobierno indonesio encontró una carta, supuestamente escrita por el embajador británico, Andrew Gilchrist, que declaraba: «Sería oportuno también enfatizar una vez más a nuestros amigos del Ejército nacional que la más estricta cautela, disciplina y coordinación son esenciales para el éxito de la empresa». Sukarno convocó a los responsables de las Fuerzas Armadas y exigió saber quiénes eran estos «amigos del Ejército». El «documento Gilchrist» podía ser una falsificación. O podía ser real. O podía haber sido creado por los británicos o los estadounidenses como una más de las trampas psicológicas para provocar la intervención de la izquierda.

 

 

Las sospechas de Sukarno y de muchos en el Gobierno indonesio se intensificaron cuando descubrieron quién llegaba de Washington para reemplazar a Howard Jones. Según pudieron saber, el recién nombrado embajador, Marshall Green, estaba en Seúl cuando Park Chung Hee se hizo con el poder en un golpe militar que destruyó la breve Segunda República parlamentaria. Al igual que los guatemaltecos habían sospechado del agresivo pasado de John Peurifoy cuando fue enviado a interactuar con Jacobo Árbenz, la llegada de Green fue ampliamente interpretada como una señal de que Washington había abandonado la estrategia suave y diplomática de Howard Jones y estaba ya completamente comprometido con un cambio de régimen.

 

 

Como sucedía en el caso de Kennedy, la Administración de Johnson consideraba a Indonesia de mayor importancia que Vietnam. «El presidente Johnson ha llegado a la conclusión cada vez más asentada de que, al fin y al cabo, estaría preparado para una guerra mayor contra Indonesia», señaló Dean Rusk, secretario de Estado estadounidense, a un responsable británico.  Una reunión del secreto Comité 303 del Consejo de Seguridad Nacional concluyó que «la pérdida de una nación de 105 millones de habitantes en el “campo comunista” haría que una victoria en Vietnam tuviera escaso significado». El subsecretario de Estado George Ball y el consejero de Seguridad Nacional McGeorge Bundy se mostraban de acuerdo en que la pérdida de Indonesia sería «lo más grande desde la caída de China».

 

 

En diciembre de 1964, el embajador de Pakistán en París, J. A. Rahim, envió una carta a su ministro de Exteriores, Zulfikar Ali Bhutto, en la que relataba una conversación con un agente de la inteligencia neerlandesa que trabajaba para la OTAN. Señaló que las agencias de inteligencia occidentales estaban organizando un «golpe comunista prematuro». Indonesia, le dijo el agente de la OTAN, «estaba lista para caer en el regazo de Occidente como una manzana podrida».

 

 

Francisca pasó gran parte del año 1965 en Argelia, trabajando en los preparativos de una conferencia que reuniría a la Asociación de Periodistas Afro-Asiáticos con periodistas de América Latina. Sin embargo, un golpe militar depuso a Ben Bella, el primer presidente de Argelia, revolucionario y socialista, y los preparativos quedaron en nada. Cuando volvió a casa, en agosto de 1965, percibió que la situación había cambiado. Había tensión. Los rumores de un inminente golpe de Estado de la derecha estaban realmente por todas partes. En su círculo social, la gente hablaba de la posibilidad de que un consejo de generales de derechas estuviera trabajando en secreto para destituir a Sukarno o destruir a la izquierda.

 

 

En algún momento, un conjunto de oficiales del Ejército de nivel medio formó un grupo al que decidió llamar Gerakan 30 September («G30S» o «Movimiento 30 de Septiembre») y diseñó un plan. Sin embargo, a menos que se estuvieran siguiendo de cerca los acontecimientos políticos en Yakarta, el 29 de septiembre de 1965 pareció un día como cualquier otro para la mayor parte de la población del país. Esto incluye a los miembros del PKI y de sus organizaciones asociadas. Wayan Badra, el joven hijo de un devoto sacerdote hindú de Bali, se despertó temprano en su aldea y caminó en dirección al mar, luego giró a la izquierda en la playa de Seminyak y recorrió cuatro kilómetros por la arena desierta hasta llegar al colegio en Kuta. Dos de sus maestros eran miembros del Partido Comunista y a todos los estudiantes les caían bien. Algunos otros de los profesores eran del partido nacionalista PNI. Wayan Badra los veía a todos hindúes, como habían sido los balineses durante cerca de dos milenios, así como aliados en la construcción de la nueva Indonesia. Sakono, el entusiasta estudiante de izquierdas de Java Central al que le encantaban el marxismo y el fútbol, había crecido (bueno, había cumplido diecinueve años). Era ya miembro de la organización de las Juventudes Populares afiliada a los comunistas y estaba muy orgulloso: acababa de recibir la titulación para trabajar de maestro. Esperaba paciente que lo convocaran para poder empezar a trabajar. Sutrisno, su maestro y amigo de pelo rizado, seguía con sus actividades de organización como kader (cuadro) de pleno derecho del Partido Comunista en su aldea. Magdalena, en Yakarta, se subió al camión para ir a trabajar, cortó tela en forma de camiseta durante nueve horas y, pasando por delante del imponente Monumento Nacional, volvió a casa y se estiró en la cama…

 

(continuará)

 

 

 

 

 

 

[ Fragmento de: Vincent Bevins. “El método Yakarta” ]

 

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