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HISTORIA SOCIAL DE LA LITERATURA ESPAÑOLA ( VIII )
Carlos Blanco Aguinaga,
Julio Rodríguez Puértolas,
Iris M. Zavala.
I
EDAD MEDIA
LA CRISIS DEL SIGLO XIV
(...)
APARICIÓN DEL REALISMO CRÍTICO. EL «POEMA DE ALFONSO ONCENO» Y OTRAS OBRAS
El reinado de Alfonso XI de Castilla ocupa toda la primera mitad del siglo XIV, de 1312 a 1350. Más de diez años los hubo de dedicar el rey a luchar contra la nobleza rebelde que le dispu- taba el poder efectivo, al cual se había acostumbrado durante la época de minorías y tutorías del monarca. La situación del país era caótica, y el pueblo, en particular el campesinado, sufría las consecuencias de la explotación señorial y del desgobierno. Restaurada la autoridad real, se lanzó Alfonso a la lucha contra los musulmanes; en 1340 obtuvo la decisiva victoria del Salado sobre los benimerines –cuya invasión constituye el último intento islámico de revitalizar la España árabe– y murió a consecuencia de la peste negra cuando sitiaba Gibraltar. Casi todo esto aparece en el POEMA DE ALFONSO ONCENO, terminado hacia 1348 por un poeta de origen gallego o leonés, Rodrigo Yáñez, del que poco más se sabe. La extensa obra, de unos 10.000 versos, es una especie de crónica rimada escrita en octosílabos, lo cual, en una época dominada todavía por el mester de clerecía, revela algo significativo: el popularismo formal, correlato de la intencionalidad del autor. Se trata de una defensa apasionada de Alfonso XI, en la que Yáñez toma decidido partido contra la nobleza, y es un atractivo documento –a falta de otro– para el conocimiento de la problemática histórico-social de la época, en que el rey busca el apoyo del pueblo en su conflicto de intereses con los grandes señores. En efecto,
en este tiempo los señores
corrían a Castiella;
los mesquinos labradores
pasaban gran mansiella.
Los algos les tomaban
por mal e por codicia;
las tierras se yermaban
por mengua de justicia.
[«En este tiempo los señores / asolaban Castilla; / los pobres labradores / pasaban grandes angustias. / Lo suyo les robaban / por mal y por codicia; / las tierras quedaban solas / por falta de justicia»]
Y la situación de los campesinos aparece así, narrada por ellos mismos:
Tómannos los haberes
e fazen nos mal pesar;
los fijos e las mujeres
piensan de los cativar.
Puercos e vacas e ovejas
todos roban fieros;
non nos valen eglesias
más que fuésemos puercos.
… … …
non suframos más mansiella
de cuanta ya padecemos,
o dejaremos Castiella,
pues í vivir non podemos...
[ «Nos roban lo nuestro / y nos hacen grandes daños; / los hijos y las mujeres / las quieren cautivar. / Cerdos, vacas y ovejas, / todo lo roban sin piedad / no nos sirve refugiarnos en las iglesias / más que si fuésemos puercos / ... no sufriremos más daños / de los que ya sufrimos, / o dejaremos Castilla, / pues aquí no podemos vivir.» ]
En esta amenaza de emigrar, si no se solucionan sus problemas prontamente, se reflejan las exigencias populares mencionadas en la Nota Introductoria. El hecho queda señalado en la Crónica de Alfonso XI; el Rey,
falló el regno muy despoblado, et muchos logares yermos... muchas de las gentes... fueron a poblar regnos de Aragón et de Portogal.
[ «Halló el reino muy despoblado y muchos pueblos vacíos ... , muchas gentes... se habían ido a vivir a los reinos de Aragón y Portugal.» ]
Esos mismos campesinos, insiste la crónica,
levantábanse... a voz común, et mataron algunos de los que los apremiaban, et tomaron et destroyeron todos sos algos.
[ «Se levantaban... a una voz común, y mataron a algunos de sus explotadores, y robaron y destruyeron todo lo suyo.» ]
El poema describe la reacción del monarca:
yo tengo pesar fuerte;
siempre habré mansiella:
yo moriré de muerte
o seré rey de Castiella.
[ «Yo tengo un gran pesar; / siempre tendré vergüenza: / yo moriré en la lucha / o seré rey de Castilla.» ]
El Poema de Alfonso Onceno nos introduce así, de modo concreto y consciente, en la problemática del siglo XIV castellano, que también aparece en dos poemas anónimos, los Proverbios de Salomón y el Libro de miseria de omne, ejemplos ambos de la decadencia del mester de clerecía, ya que no cumplen con lo establecido en las reglas originales del género. Los Proverbios son un claro antecedente de la ya próxima Danza de la Muerte, con sus deseos de igualdad y de justicia. Pero no hay solución en este mundo, y el hombre ha de esperar al Juicio Final; mientras tanto,
cómense los mayores a los que son menguados:
estos son los reyes e los apoderados.
[ «Se comen los grandes a los pequeños: / esos son los reyes y los grandes señores.» ]
De mucho más interés es el Libro de miseria de omne, versión castellana aumentada de la obra del Papa Inocencio III (muerto en 1216), De contemptu Mundi. El negativismo del original aumenta aquí de modo considerable, así como su violencia crítica, que ha llegado a ser calificada de «revolucionaria». El autor, quizá un eclesiástico de categoría inferior, llega a espectaculares manifestaciones de rebeldía, como cuando escribe que el hombre miserable, en su desesperación,
tórnase contra Dios e dice atal razón:
que non parte bien las cosas cuantas en el mundo son.
[ «Se revuelven contra Dios y le dicen así: / que no reparte bien nada de lo que hay en este mundo.»
Tal tema aparece varias veces en la literatura medieval castellana, especialmente en la poesía del siglo XV –Ruy Páez de Ribera, Ferrán Sánchez de Calavera, Gómez Mantique–, pero siempre con una respuesta tranquilizadora, respuesta que no aparece aquí. El poema ofrece una aguda descripción de quienes se afanan en el logro de riquezas, mas en unos términos que parecen inspirados por una violenta reacción ante las actividades propias del incipiente capitalismo:
Por amor de ganar algo, los homnes que son mortales andan, corren e trastornan por oteros e por valles; fazen vías e caminos por sierras e peñascales, desende pasan la mar, en que sufren muchos males.
… … …
Tajan, duelan, urden, texen, fazen muchas maestrías; plantan viñas, fazen casas, huertas, fornos, pesquerías; fazen furtos e engaños, que son malas mercaderías, e por amor de los dineros, otras muchas follías.
[ «Por el deseo de ganar algo, los hombres mortales / andan, corren y van por montes y por valles; / hacen vías y caminos por sierras y montañas, / también viajan por el mar, con lo que sufren grandes peligros. / ... / Cortan, labran, cosen, tejen, hacen muchas cosas; / plantan viñas, hacen casas, huertas, hornos, pesquerías; / hacen robos y engaños, que son las mercaderías falsas, / y por amor de los dineros, otras muchas locuras… » ]
El autor trata poco después de la vida de la gente miserable, con rasgos dignos de la literatura naturalista:
El hombre empobrecido trae capa muy cativa,
cuando habe la camisa non puede haber la saya;
la trae rota la çapata,
por pecados, non ha bragas que pueda cubrir la nazga.
La mujer empobrecida trae mesquino tocado,
habe rota la camisa e paréscele el costado;
muchas son tan malastrugas e de tan mesquino fado,
que no tienen con qué cubran el forado.
[ «El hombre miserable tiene capa muy pobre, / cuando tiene camisa no puede tener saya; / se le caen las calzas, tiene rotos los zapatos, / por desgracia, no tiene bragas para cubrir las nalgas. / La mujer miserable lleva mezquino tocado, / tiene rota la camisa y se le ve el costado; / muchas son tan desventuradas y de tan triste destino / que no tienen con qué cubrir el vergonzoso orificio.» ]
El dinero fetichizado es el responsable de todo esto, y también de que los diferentes estamentos sociales se hallen corroídos por el deseo inmoderado de enriquecerse; incluso el amor y la amistad han desaparecido. Una sección del poema titulado De miseria dominorum et servorum presenta ya, sin lugar a dudas, una ejemplificación impresionante del antagonismo entre las clases, acudiendo al tema de las relaciones entre señores y siervos:
por la culpa del señor el siervo habe lazeria;
e si el siervo habe culpa, el señor la prenda,
que quier canten los mayores, los menores han la pena.
Onde dize grand verdad el rey sabio Salamón:
el siervo con su señor non andan bien a compañón,
nin el pobre con el rico non partirán bien quiñón,
nin será bien segurada oveja con el león.
[ «Por culpa del señor el siervo sufre; / y si el siervo tiene la culpa, el señor tiene la prenda, / que cuando cantan los grandes, los pequeños sufren. / Por eso dice gran verdad el rey sabio Salomón: / el siervo con su señor no hacen buenas migas, / ni el pobre con el rico harán un buen reparto, / ni estará segura la oveja con el león…» ]
El Libro de miseria de omne, en fin, no sin cierta ambigüedad, ofrece una agria nota de protesta, pero ante las condiciones sociales, humanas, creadas por la presencia y actividades de una nueva clase, incipiente aún, mas que está socavando ya las bases mismas del sistema tradicional. Es una rebeldía conservadora…
(continuará)
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