miércoles, 14 de agosto de 2024

 

[ 621 ]

 

 

 

CARLOS MARX  / FEDERICO ENGELS

CORRESPONDENCIA

 

 

 

18. DE MARX A WEYDEMEYER

Londres, 5 de marzo de 1852.

 

…Tu artículo contra Heinzen, que Engels me remitió desgraciadamente demasiado tarde, es muy bueno, a la vez brutal y sutil (combinación que debiera hallarse en toda polémica digna de este nombre). Le di este artículo a Emest Jones, y con ésta encontrarás una carta que él te envía para que la publiques. Como Jones escribe en forma bastante ilegible, con abreviaturas, y como supongo que todavía no eres un inglés hecho y derecho, junto con el original te remito una copia hecha por mi mujer, y al mismo tiempo la traducción alemana, ya que debes publicar el original y la traducción juntos. A continuación de la carta de Jones, puedes hacer el siguiente agregado: En lo concerniente a George Julián Harnev, que es también una de las autoridades en que se basa Heinzen, él publicó en inglés nuestro Manifiesto Comunista, en su Red Republican, con una nota en que afirmaba que era “el documento más revolucionario dado jamás al mundo”, y en su Democratic Review tradujo los artículos que escribí en Neue Rheinische Zeitung sobre la Revolución Francesa, el galimatías “refutado” por Heinzen. En un artículo sobre Louis Blanc, remite a sus lectores a dichos artículos como la “crítica verídica” de los acontecimientos franceses. Por lo demás, en Inglaterra no es indispensable apoyarse únicamente sobre los “extremistas”. Si un parlamentario inglés se torna ministro, debe ser reelecto; así Disraeli, el nuevo primer ministro, escribe a sus electores el 1° de marzo:

 

“Trataremos de poner fin a esta lucha de clases que en los últimos años ha tenido un efecto tan desastroso sobre la prosperidad de este reino.”

Sobre esto comenta The Times del 2 de marzo: “Si algo podría dividir a las clases de este país al punto de imposibilitar una reconciliación, sería un impuesto sobre el cereal extranjero.”

 

Y en caso de que un tipo como Heinzen, con su ignorante fe en las “características”, se imagine que la aristocracia está en favor, y la burguesía en contra de las Leyes cerealeras, porque la primera quiere “monopolio” y la segunda “libertad” —un benemérito señor de esta clase únicamente ve las contradicciones en esta forma abstracta—, ha de observarse que en el siglo XVIII la aristocracia inglesa estaba en favor de la “libertad” (de comercio) y la burguesía en favor del “monopolio”; la misma posición relativa que hallamos en este preciso instante entre esas dos clases en Prusia, a propósito de las Leyes cerealeras. La "Nene Pfeussische Zeitung es el librecambista más ardoroso.

 

Finalmente, en tu lugar, yo les haría notar en general a los caballeros democráticos que harían mejor en ponerse al tanto de la literatura burguesa antes de presumir de ser capaces de charlar acerca de las contradicciones de la misma. Por ejemplo, esos caballeros debieran estudiar las obras históricas de Thierry, Guizot, John Whade, etc., a fin de enterarse de la pasada “historia de las clases”. Antes de tratar de criticar la crítica de la economía política, debieran familiarizarse con los rudimentos de la economía política. No hay más que abrir la gran obra de Ricardo, por ejemplo, para hallar estas palabras en la primera página:

 

“El producto de la tierra —todo lo que deriva de su superficie por la aplicación combinada del trabajo, la maquinaria y el capital— se divide entre tres clases de la comunidad: el propietario de la tierra, el poseedor del stock o capital necesario para su cultivo, y los labradores por cuya industria es cultivado”  

 

Que la sociedad burguesa de Estados Unidos no se ha desarrollado todavía lo suficiente para hacer evidente y comprensible la lucha de clases, lo prueba en la forma más notable C. H. Carey (de Filadelfia), el único economista norteamericano de importancia. Él ataca a Ricardo, el representante (intérprete) más clásico de la burguesía y el más estoico adversario del proletariado, como a un hombre cuyas obras son un arsenal para los anarquistas, socialistas y todos los enemigos de la sociedad burguesa. Reprocha no sólo a él, sino también a Malthus, Mili, Say, Torrens, Wakefield, McCulloch, Sénior, Wakley, R. Jones, etc., los más grandes economistas europeos, de desgarrar la sociedad y preparar la guerra civil, debido a que muestran que las bases económicas de las diferentes clases están obligadas a originar un antagonismo necesario y en constante crecimiento. Trata de refutarlos —por cierto no como el fatuo Heinzen, derivando la existencia de las clases de la existencia de privilegios políticos y de los monopolios—, sino intentando probar que las condiciones económicas —la renta (propiedad de la tierra), el beneficio (capital) y los salarios (trabajo asalariado)—, en lugar de ser condiciones de lucha y antagonismo, son más bien condiciones de cooperación y armonía. Naturalmente que todo lo que prueba es que toma las relaciones “todavía incompletamente desarrolladas” de los Estados Unidos por “relaciones normales”.

 

Y ahora, en lo que a mí respecta, no ostento el título de descubridor de la existencia de las clases en la sociedad moderna, ni tampoco de la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, los historiadores burgueses habían descrito el desarrollo histórico de esta lucha de clases, y los economistas burgueses la anatomía económica de las clases. Lo nuevo que aporté fue demostrar:

 

1) que la existencia de las clases está vinculada únicamente a fases particulares, históricas, del desarrollo de la producción;

 

2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado;

 

3) que esta misma dictadura sólo constituye la transición de la abolición de todas las clases y a una sociedad sin clases.

 

Los patanes ignorantes como Heinzen, que no sólo niegan la lucha de clases, sino incluso la existencia de las clases, sólo prueban que, a pesar de sus gruñidos aterradores y de los aires humanitarios que se dan, consideran a las condiciones sociales en las cuales se basa la dominación de la burguesía, como el producto final, el nec plus ultra [límite final] de la historia; ellos prueban que son tan sólo los sirvientes de la burguesía. Y cuando menos comprenden estos payasos la grandeza e inclusive la necesidad temporaria del régimen burgués, tanto más repugnante es su servilismo.

 

De las notas que preceden, aprovecha lo que creas conveniente. Por otra parte, Heinzen ha tomado de nosotros la “centralización” en lugar de su “república federal”, etc. Cuando las concepciones sobre las clases que ahora estamos difundiendo se vuelvan lugares comunes y parte del bagaje del “entendimiento humano ordinario”, ese tonto las anunciará ruidosamente como el último producto de “su propio gran intelecto” y empezará a ladrar contra nuestra evolución ulterior de esos conceptos. Es así como basándose en “su propio gran intelecto”, Heinzen chilló contra la filosofía hegeliana en tanto ésta fue progresista. Ahora se nutre de los rancios fragmentos de la misma vomitados sin digerir por Ruge...

**

 

[ Weydemeyer (nota a la carta núm. 14) había escrito un artículo contra Heinzen en un periódico norteamericano, The Democrat. La carta de Marx trata de este artículo. En la carta de Ernest Jones a Weydemeyer, que adjuntaba Marx, Jones escribía que, para cualquiera que tuviese los más leves conocimientos de las condiciones inglesas, era imposible ignorar la lucha de clases.

 

Heinzen, Karl (1809-1880). Médico alemán, en 1850 emigró a Estados Unidos, donde dirigió varios periódicos germanoamericanos. Demócrata pequeñoburgués de estrecho entendimiento, sostenía que el poder despótico de los príncipes alemanes era la raíz de todo mal; de aquí provenía su apodo de “el matador de príncipes”. Se oponía a Marx y Engels, y consideraba la lucha de clases como una loca idea de los comunistas. En apoyo de sus opiniones había citado al líder cartista Eraest Jones.

 

 

Jones, Ernest Charles (1819-1869). Hijo de un oficial británico, educado en Alemania, ingresó en el foro. Se volvió cartista en 1846. Orador brillante, se hizo rápidamente famoso. En la convención de 1848 fue electo miembro del Comité Ejecutivo del Partido Cartista y en julio del mismo año lo sentenciaron a dos años de prisión por sus actividades revolucionarias. En 1850, después de su liberación, se convirtió en líder del ala izquierda de los cartistas. A partir de mayo de 1852 editó el People’s Paper (ver carta 31), periódico que siguió apareciendo hasta 1858. El mejor período de Jones fue el de 1851 a 1853, en que estuvo bajo la influencia de Marx. (Sobre Jones y la ruptura de Marx con él, ver las cartas 35, 36 y 41.)

 

Harney, George Julián (1817-1897). Líder cartista avanzado (1842-1848). Como director del periódico cartista The Northern Star [La Estrella del Norte], mantuvo estrecho contacto con Marx y Engels. Fue partidario del uso de la fuerza (“hombre de fuerza física”) y de una representación revolucionaria del pueblo. En la Convención Cartista se opuso al empleo exclusivo de los métodos legales de lucha. Era Harney quien mantenía el contacto entre los cartistas y los obreros y revolucionarios de la Europa continental.

( "Estamos en contacto con el sector revolucionario de los ingleses cartistas por medio de Julián Harney, director del órgano central del movimiento, The Northern Star, en el cual he colaborado”, escribe Engels en su prefacio (1885) al Proceso de Colonia. Además de los artículos de Engels (1846-1848), también se publicó en The Northern Star, el 25 de julio de 1846, un Mensaje de los Comunistas Democráticos Alemanes de Bruselas a Mr. Feargus O’Connor, felicitándolo por su éxito en la elección de Nottingham, firmado por Marx, Engels y Philippe Gigot. En 1845, Harney fundó una rama londinense de la sociedad internacional conocida con el nombre de los Demócratas Fraternales (ver carta 1); Marx y Engels hablaron en un mitin organizado por esta sociedad en Drury Lañe, Londres, el 29 de noviembre de 1847, aniversario de la revolución polaca de 1830. Harney era miembro del Comité Comunista de Correspondencia instalado en Londres. Harney y Jones se encontraron con Marx en París en marzo de 1848, después de la expulsión de Marx de Bélgica. La primera traducción inglesa del Manifiesto Comunista, a la que se refiere Marx más arriba, fue publicada en 1850 en The Red Republican, periódico que, debido a las medidas que se tomaron contra él bajo la vigencia del Stamp Act [Decreto de Prensa], cambió su nombre por el de The Friend of the People [El Amigo del Pueblo] en diciembre de 1850. )

 

Más adelante, Harney fue miembro de la Primera Internacional, pero para entonces ya había dejado de ser políticamente prominente. En su carta a Engels del 23 de febrero de 1851, Marx da la siguiente caracterización de Harney:

“Gusta de los efectos teatrales. No cabe duda de que es ávido de aplauso, aunque no diré que sea vanidoso. Es indudable que está profundamente dominado por las frases y que emplea un surtido muy rico de gas emocional. Está muy mezclado con la basura democrática porque le gusta tomar la palabra. Tiene un doble espíritu: uno que le confeccionó Friederich Engels y otro que es el suyo propio. El primero es para él como una camisa de fuerza. El otro es él mismo, desnudo y sin adornos." ]

 


 

**


No hay comentarios:

Publicar un comentario