viernes, 7 de noviembre de 2025

 


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DICK CHENEY HA FALLECIDO

 

Caitlin Johnstone

 



Dick Cheney, posiblemente el funcionario gubernamental más responsable de la expansión del belicismo y el militarismo estadounidense en el siglo XXI, ha fallecido.

 

Los mayores belicistas del imperio estadounidense han emitido comunicados expresando sus condolencias, incluyendo a demócratas como Joe Biden, Kamala Harris, Bill Clinton y Nancy Pelosi. Porque si hay algo que puede unir a demócratas y republicanos, son los crímenes de guerra y la masacre de millones de personas en Oriente Medio.

 

Dick Cheney murió demasiado viejo y con demasiada libertad. El hecho de que semejantes monstruos puedan fallecer octogenarios rodeados de sus seres queridos en lugar de solos en una celda es una vergüenza para nuestra civilización.

 

En una sociedad verdaderamente cuerda, Richard Bruce Cheney habría vivido el resto de su vida en relativa oscuridad, trabajando como jardinero o algo parecido. En una sociedad medianamente cuerda, la gente se habría dado cuenta de la monstruosidad que representaba Cheney antes de que pudiera causar un daño grave en Washington, y lo habrían expulsado de cualquier ciudad a la que intentara entrar. En una sociedad un poco más cuerda, habría sido castigado por la invasión de Irak y habría pasado el resto de su vida en una celda en La Haya.

 

Pero no vivimos en una sociedad verdaderamente cuerda, ni en una medianamente cuerda, ni siquiera en una medianamente cuerda. Vivimos en una sociedad que permite que un hombre desencadene una cadena de acontecimientos que mata a millones y desplaza a decenas de millones, causando un sufrimiento humano inimaginable, y luego viva el resto de su vida con comodidad y privilegios, sin ninguna consecuencia.

 

Dick Cheney ha muerto, pero su legado perdura. El daño que causó aún se manifiesta. La ideología hegemónica e hipermilitarista que promovió se ha convertido en la norma. Nuevos monstruos del pantano han ocupado su lugar, impulsando las mismas agendas asesinas y tiránicas que él promovió, confiados en que tampoco sufrirán consecuencias y vivirán vidas largas y cómodas como recompensa por su leal servicio al imperio estadounidense.

 

Dick Cheney dejó una mancha en nuestra especie que pasaremos el resto de nuestras vidas intentando borrar. Toda persona decente desea que nuestro mundo avance en la dirección opuesta a la que él, durante toda su sangrienta carrera, se esforzó por llevarnos. Toda persona decente desea deshacer todo lo que Dick Cheney representó.

 

Dicho esto, el mundo se siente mejor sin Dick Cheney. Se siente un poco más luminoso. Un poco más ligero. Más amable. Más apacible.

 

No me consuela la idea de que Cheney esté ardiendo en el infierno, porque no creo en el infierno. No me consuela la idea de que el imperio se vuelva menos asesino y abusivo en su ausencia, porque no lo será.

 

Me consuela el hecho de que, después de todos estos años, por fin camino sobre un planeta que no tengo que compartir con Dick Cheney.

 

Es una experiencia agradable. Inténtalo. Da unos pasos y observa cómo, por fin, caminas sobre una Tierra sin Dick Cheney. Mira al cielo y reflexiona sobre el hecho de que tú y Dick Cheney ya no viven juntos bajo ese cielo. Respira hondo y piensa: «Hoy es el primer día de vida sin Dick Cheney».

 

Es bastante agradable. Siento que algo dentro de mí se relaja un poco. Algo sutil en mi interior se siente muy aliviado de que ya no esté.

 

Con eso me basta. Me conformo.

 

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4 comentarios:

  1. Lo cual me recuerda aquello que tan acertadamente nos advirtió Bertolt Brecht: "Señores, no estén tan contentos con la derrota de Hitler. Porque aunque el mundo se haya puesto en pie y haya detenido al bastardo, la puta que lo parió está de nuevo en celo".

    Este inhumano sistema propicia 'a criminal muerto, criminal respuesto'. Yo, francamente, no me conformo.

    Salud y comunismo

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  2. Comparto tu criterio Juan, ese desafortunado colofón conformista no es de recibo. Lo cierto es que Caitlin Johnstone, casi siempre brillante y esclarecedora llamando a las cosas por su nombre y poniéndolas en su lugar, suele decir a veces, o eso me parece, cosas opuestas incluso dentro del mismo párrafo… véase como unas líneas antes ha escrito: “No me consuela la idea de que el imperio se vuelva menos asesino y abusivo en su ausencia, porque no lo será”. Lo que deja bien claro que no confunde al tipejo puntual que gestiona la cosa con la esencia del imperialismo capitalista. Y esto me hace pensar que quizá esa extraña contradicción no proceda de ella sino del “traductor traidor”, en este caso, mea culpa, es GOOGLE (esa inmensa fábrica de cretinos digitales). Así que es muy posible que el gigante tecnológico haya añadido por su cuenta una “coloración especial” al, por otro lado, certero artículo de Caitlin.

    Salud y comunismo

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    1. Efectivamente, camarada Luis, es la traducción de Gloogle (que, oh casualidad, siempre 'falla' a favor del imperio) la responsable del inexistente 'conformismo' de Caitlin.

      Adecuadamente traducidas sus palabras finales:

      "I find that something in me relaxes a bit. Something subtle in my animal body is very relieved that he is gone now.

      That’s good enough for me. I’ll take it."

      El supuesto conformismo desaparece:

      "Siento que algo en mí se relaja un tanto. Algo que, en mi fuero interno, se siente sumamente aliviado por su ausencia.

      Me quedo con eso".

      Esta, si no perfecta, sería una traducción, no literal, pero más sustancial y aproximada, de lo que Caitlin seguramente ha querido expresar. Para Google, Caitlin es un algoritmo, para nosotros no.

      Salud y comunismo

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    2. Qué oportuna e instructiva tu aportación, camarada. Mira por dónde va a resultar que las guerras cognitivas (dentro de las inexistentes luchas de clases) no existen, pero… “haberlas haylas”. Va a resultar que la clase dominante (hegemónica), la que posee en exclusiva (¡Malditos monopolios!) los grandes medios de (in)comunicación y entretenimiento (con atontamiento y embrutecimiento garantizado en cualquiera de sus múltiples y diversas pantallas) no hace nada para influir en la “débil por indefensa” mente de la gente currante y corriente [ la que vive por sus manos pero desafortunadamente desposeída, ¿azares del destino manifiesto?, de tales medios de producción y difusión de “(des)conocimientos”, porque lo propio de la plebe es “consumir” lo que le pongan en la pantalla… ¿crear y difundir es sólo cosa de ellos?] para de ese modo “formatear” su pensamiento (se trata de evitar que tales criaturas entiendan lo que pasa y les pasa), manipular convenientemente sus inducidas emociones y, en definitiva, controlar de cabo a rabo y sin fisuras su “libre” conducta pública y privada.

      Si nos tomamos en serio las palabras (la lucha emancipatoria por el sentido y el significado), ser “conformistas” es tragar con lo que hay, con el capitalismo, y ser anticapitalista y antiimperialista es romper radicalmente con el capitalismo imperialista que hoy por hoy padecemos. Pues eso Juan, y siguiendo a Catlin, “me quedo con eso”: digo que “me quedo con tu traducción”.

      Salud y comunismo

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