jueves, 19 de enero de 2023

 

[ 323 ]

 

“El cazador de historias”

 Eduardo Galeano

 

 

 

Encuentros

 

Tezcatlipoca, dios negro, dios mexicano de la noche, envió a su hijo a cantar junto a los cocodrilos músicos del cielo.

 

El sol no quería que ese encuentro ocurriera, pero la belleza prohibida no le hizo caso y reunió las voces del cielo y de la tierra.

Y así se unieron, y aprendieron a vivir unidos, el silencio y el sonido, los cánticos y la música, el día y la noche, la oscuridad y los colores.

 

*

 

 

El nuevo mundo

 

Quizás Ulises, llevado por el viento, fue el primer griego que vio el océano.

 

Me imagino su estupor cuando la nave pasó el estrecho de Gibraltar y ante sus ojos se abrió esa inmensa mar, vigilada por monstruos de fauces siempre abiertas.

 

El navegante no pudo ni siquiera sospechar que más allá de esas aguas muy saladas y esos vientos bravíos había un misterio más inmenso, y sin nombre todavía.

 

*

 

 

La satánica diversidad

 

A mediados del siglo diecisiete, el sacerdote Bernabé Cobo culminó en Perú su Historia del Nuevo Mundo.

 

En esa voluminosa obra, Cobo explicó el motivo por el cual la América indígena contenía tantos dioses diferentes y tan diversas versiones del origen de sus gentes.

 

El motivo era simple: los indios eran ignorantes.

 

Pero un siglo antes, el escribano Juan de Betanzos, asesor principal del conquistador Francisco Pizarro, había revelado otra razón, mucho más poderosa: era Satanás quien dictaba lo que los indios creían y decían, y por eso ellos no tenían una fe única, confundían el Bien con el Mal y tenían tantas opiniones diferentes y diversas ideas:

 

—El Diablo les trasmite miles de ilusiones y de engaños —sentenció.

 

*

 

 

Costumbres bárbaras

 

Los conquistadores británicos quedaron bizcos de asombro.

 

Ellos venían de una civilizada nación donde las mujeres eran propiedad de sus maridos y les debían obediencia, como la Biblia mandaba, pero en América encontraron un mundo al revés.

 

Las indias iroquesas y otras aborígenes resultaban sospechosas de libertinaje. Sus maridos ni siquiera tenían el derecho de castigar a las mujeres que les pertenecían. Ellas tenían opiniones propias y bienes propios, derecho al divorcio y derecho de voto en las decisiones de la comunidad.

 

Los blancos invasores ya no podían dormir en paz: las costumbres de las salvajes paganas podían contagiar a sus mujeres.

 

*

 

 

Mudos

 

Las divinidades indígenas fueron las primeras víctimas de la conquista de América.

 

Los vencedores llamaron extirpación de la idolatría a la guerra contra los dioses condenados a callar.

 

*

 

 

Ciegos

 

¿Cómo nos veía Europa en el siglo dieciséis?

Por los ojos de Theodor de Bry.

 

Este artista de Lieja, que nunca estuvo en América, fue el primero que dibujó a los habitantes del Nuevo Mundo.

 

Sus grabados eran la traducción gráfica de las crónicas de los conquistadores.

 

Según mostraban esas imágenes, la carne de los conquistadores europeos, dorada a las brasas, era el plato preferido de los salvajes americanos.

 

Ellos devoraban brazos, piernas, costillares y vientres y se chupaban los dedos, sentados en rueda, ante las parrillas ardientes.

 

Pero, perdón por la molestia: ¿eran indios esos hambrientos de carne humana?

 

En los grabados de De Bry, todos los indios eran calvos.

 

En América, no había ningún indio calvo.

 

*

 

 

Sordos

 

Cuando los conquistadores españoles pisaron por vez primera las arenas de Yucatán, unos cuantos nativos les salieron al encuentro.

 

Según contó fray Toribio de Benavente, los españoles les preguntaron, en lengua castellana:

—¿Dónde estamos? ¿Cómo se llama este lugar?

 

Y los nativos dijeron, en lengua maya yucateca:

—Tectetán, tectetán.

 

Los españoles entendieron:

—Yucatán, Yucatán.

 

Y desde entonces, así se llama esta península.

 

Pero en su lengua, los nativos habían dicho:

—No te entiendo, no te entiendo.

 

*

 

 

El poderoso cero

 

Hace cerca de dos mil años, el signo del cero fue grabado en las estelas de piedra de Uaxactún y en otros centros ceremoniales de los mayas.

Ellos habían llegado más lejos que los babilonios y los chinos en el desarrollo de esta llave que abrió paso a una nueva era en las ciencias humanas.

 

Gracias a la cifra cero, los mayas, hijos del tiempo, sabios astrónomos y matemáticos, crearon los calendarios solares más perfectos y fueron los más certeros profetas de los eclipses y otras maravillas de la naturaleza.

 

*

 

 

Peligro

 

El chocolate, antigua bebida de los indios de México, generaba desconfianza, y hasta pánico, entre los extranjeros venidos de Europa.

 

El médico Juan de Cárdenas había comprobado que el chocolate provocaba vientos y melancolías, y la espuma impedía la digestión y causaba terribles tristezas en el corazón.

 

También se sospechaba que inducía al pecado, y el obispo Bernardo de Salazar excomulgó a las damas que habían bebido chocolate en plena misa.

 

Pero ellas no dejaron el vicio.

 

 

*

 

 

[ Fragmento de: Eduardo Galeano. “El cazador de historias” ]

 

*

2 comentarios:

  1. "El Diablo les trasmite miles de ilusiones y de engaños". ¿Se estaría refiriendo el clérigo a la CIA?... No, claro, la CIA en aquel entonces no existía. ¿O sí?

    Salud y comunismo

    ResponderEliminar
  2. Lo que parece evidente que sigue existiendo –nuevos tiempos, nuevos estuches–, una especie de ‘aplicación’, como se dice ahora, de carácter intemporal, mediante la cual el poder establecido se vale del arma ideológica: la superstición y el fetichismo religioso aunque aparentemente pagano, para lograr invertir la relación y convertir al sujeto humano en deshumanizado objeto.

    Salud y comunismo

    *

    ResponderEliminar