martes, 9 de enero de 2024

 

 

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EL MÉTODO YAKARTA

 

Vincent Bevins

 

 

(…)

 

02

Indonesia independiente

 

 

 

OPERACIÓN ÁYAX

 

Frank Wisner se reunió a finales de 1952 con Monty Woodhouse, un espía inglés que trabajaba en Teherán. Los británicos tenían un problema y necesitaban ayuda. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial habían dirigido la desarticulación formal de gran parte de su imperio, pero lo que desde luego no esperaban era que el proceso significara también la pérdida del control de los recursos naturales. En Irán, el nuevo primer ministro, Mohamed Mosadeq, gestionaba la nacionalización de la producción de petróleo. Y ya había sorprendido al MI6 intentando derrocarlo para impedirlo.

 

Mosadeq y los iraníes tenían montones de razones para guardar rencor a los británicos. Durante sus años de gloria imperial, Irán sufrió una hambruna que segó la vida de dos millones de personas. Y, después de la Segunda Guerra Mundial, los británicos fijaron un sistema mediante el que obtenían el doble de ingresos del petróleo que Irán, mientras que los trabajadores locales de la industria petrolera vivían en chabolas sin agua corriente. Cuando Mosadeq y el parlamento democrático de Irán maniobraron para evitar la intromisión del sah que los británicos habían puesto al mando, Londres empezó a buscar una forma de aferrarse a toda costa a lo que consideraba que le pertenecía. Los estadounidenses, incluido Wisner, recelaban de enfangarse en los asuntos imperiales británicos. Pero sus aliados del otro lado del charco apelaron a su anticomunismo. Mosadeq había legalizado (al mismo tiempo que a todos los demás partidos políticos) al Partido Tudeh, liderado por comunistas y muy bien organizado, por lo que los británicos sugirieron a los estadounidenses que el Tudeh podría hacerse con el poder si no se andaban con cuidado, o que incluso los soviéticos podrían invadir el país.

 

Los cambios en la Casa Blanca al comienzo de 1953 fueron de gran ayuda para los partidarios del cambio de régimen. El nuevo presidente republicano, Dwight Eisenhower, nombró a John Foster Dulles secretario de Estado y puso a su hermano menor, Allen Dulles, a dirigir la CIA. John Foster Dulles tuvo dos obsesiones a lo largo de toda su vida, según el historiador James A. Bill: combatir el comunismo y proteger los derechos de las multinacionales. Ambas coincidían en Irán.

 

«La inquietud por el comunismo y la disponibilidad de petróleo estaban interrelacionadas. Combinadas, condujeron a Estados Unidos a una política de intervención directa», defiende Bill.

 

Los hermanos Dulles y la CIA recibieron permiso para actuar. Kermit Roosevelt, nieto del presidente Theodore Roosevelt, a quien Wisner había contratado en 1950, se hizo cargo de la misión, que decidieron bautizar como Operación Áyax. Roosevelt tenía un millón de dólares para gastar en Irán como le pareciera, una suma enorme para el tipo de asistencia que pretendía comprar. La CIA sobornó a cuantos políticos pudo y buscó a un general que se prestara a tomar el poder e instalar al sah como dictador. Los agentes pagaron a delincuentes callejeros, matones y artistas de circo para iniciar disturbios en las calles. Cuando el responsable de la CIA en el país, Roger Goiran, defendió que Estados Unidos estaba cometiendo un error histórico alineándose con el colonialismo británico, Allen Dulles lo mandó de vuelta a Washington.

 

La CIA elaboró panfletos y carteles que proclamaban que Mosadeq era comunista, un enemigo del islam. Compraron a periodistas para que escribieran que era judío. La CIA contrató a gánsteres que fingieron ser miembros del Partido Tudeh y atacaron una mezquita. Dos de los agentes iraníes de Roosevelt, que estaban al cargo de algunos de los matones contratados, quisieron dejar de colaborar arguyendo que el riesgo empezaba a ser excesivo. Roosevelt, no obstante, los convenció: si se negaban, los mataría.

 

Por su parte, el sah no estaba convencido de que nada de aquello fuera buena idea. Llegados a cierto punto escapó a Roma, lo que enfureció a los estadounidenses, que querían hacerlo rey. No obstante, regresó a palacio en agosto de 1953, amañó las elecciones parlamentarias y sirvió bien tanto a la CIA como a las petroleras internacionales como mandatario del país. Los soviéticos no se apresuraron a intervenir en el país en el que se suponía que eran tan poderosos. En Washington hubo celebraciones por todas partes y Kermit Roosevelt fue declarado héroe. Wisner había demostrado por fin a los peces gordos que su pandilla de bichos raros tenía una utilidad real.

 

En 1954 la CIA cerró otra operación de éxito cerca de Indonesia, en Filipinas. La «Rebelión Huk», un movimiento de izquierdas que comenzó durante la ocupación japonesa, prosiguió después de que los nipones se marcharan y Estados Unidos entregara (oficialmente) el poder a los filipinos. Las guerrillas antiocupación «Huk» se oponían al nuevo presidente, que había sido colaborador activo de las potencias del Eje, y al histórico control oligárquico de la economía por parte de terratenientes feudales con un gran poder. El consejero militar estadounidense Edward Lansdale —que más tarde inspiraría el personaje del coronel Edwin Barnum Hillendale en El americano feo, la novela superventas de Burdick y Lederer— escribió en su diario que los Huks «creen que lo que hacen es justo, a pesar de que algunos líderes están del lado comunista […], la situación es negativa y requiere reformas. […] Supongo que la protesta armada es algo bastante natural». Estados Unidos ayudó a Filipinas a diseñar y poner en práctica una operación de contrainsurgencia y contribuyó con importantes avances tecnológicos, incluido el uso de más napalm. En una peculiar intervención de guerra psicológica, Lansdale también colaboró estrechamente con Desmond FitzGerald (reclutado por Wisner para la CIA) en la creación de un vampiro.

 

Dentro de un abanico de operaciones psicológicas en paralelo a la guerra contra las guerrillas, agentes de la CIA propagaron el rumor de que un aswang, un demonio chupasangre de las leyendas filipinas, andaba suelto y destruía a los hombres que llevaban el mal en su corazón. Cogieron entonces a un rebelde Huk que habían asesinado, le abrieron dos agujeros en el cuello, lo desangraron y lo dejaron tirado en un camino.

 

Después de años de enfrentamientos, los Huk tiraron la toalla y Filipinas se asentó en una estabilidad proestadounidense orientada a la derecha que duraría décadas. Con las corporaciones estadounidenses disfrutando de privilegios especiales, las deplorables condiciones del pueblo filipino descritas por Lansdale siguieron por completo inalteradas.

 

El Diario del Pueblo informó de los acontecimientos de Irán y de Filipinas, por supuesto. A pesar de que las actividades reales de Estados Unidos eran secretas entonces, el periódico de Zain y la prensa internacional de izquierdas a menudo informaban de forma más clara sobre las intervenciones de Washington que los periódicos estadounidenses, que entendían que su obligación era alinearse con el discurso oficial que Wisner y su equipo les transmitían.

 

Zain, que se quedaba hasta muy tarde trabajando en Yakarta todos los días, estaba agotado en este periodo, pues era una de las pocas personas que podían leer y traducir todos los boletines que llegaban. Rara vez estaba en casa con Francisca, siempre tenía que volver corriendo a la redacción y trabajar en los turnos de noche. El Harian Rakyat, el Diario del Pueblo, siempre fue un proyecto sin muchos medios, con veinte o treinta personas trabajando en el centro de Yakarta a todas horas.

 

Para ser un periódico comunista en un embriagador entorno posrevolucionario, el Diario del Pueblo era una lectura sorprendentemente desenfadada. Publicaba viñetas que se burlaban de los ineptos imperialistas occidentales, relatos de ficción propios con una frecuencia diaria, una sección infantil y encartes educativos con textos aclaratorios sobre figuras internacionales de tendencia de izquierdas como Albert Einstein y Charles Chaplin. Las noticias internacionales, la sección que supervisaba Zain, eran una parte muy considerable de la cobertura; el periódico prestaba especial atención a los acontecimientos en el resto del tercer mundo…

 

(continuará)

 

 

 

 

[ Fragmento de: Vincent Bevins. “El método Yakarta” ]

 

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