jueves, 13 de junio de 2024

 

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HISTORIA SOCIAL DE LA LITERATURA ESPAÑOLA ( VI )

 

Carlos Blanco Aguinaga,

Julio Rodríguez Puértolas,

Iris M. Zavala.

 

 

 

 

I

EDAD MEDIA

 

EL FEUDALISMO.

DESDE LOS ORÍGENES HASTA EL SIGLO XIII

 

(…)

 

 

 

CULTURA Y SOCIEDAD TOTALIZADORAS.

ALFONSO X Y LA PROSA

 

Existe toda una literatura peninsular en prosa latina antes del siglo XIII, es decir, en la lengua eclesiástica e intelectual de la minoría culta, así como existen también algunas crónicas en romance. Pero el hecho significativo con que nos encontramos en la segunda mitad del citado siglo es la aparición y desarrollo de una prosa castellana, debido al interés y a los esfuerzos de ALFONSO X EL SABIO, que subió al trono en 1252, a la muerte de su padre, Fernando III el Santo. Del Rey Sabio dice uno de sus colaboradores judíos que

 

amó e allegó a sí las sciencias e los sabidores dellas, e alumbró e cumplió la grant mengua que era en los ladinos por defallimiento de los libros de los buenos philósophos e probados.

 

[  «Amó las ciencias y se rodeó de sabios, y acabó con la gran falta que había entre los cristianos de libros de buenos y probados filósofos.» ]

 

 

La famosa Escuela de Traductores organizada en Toledo por Alfonso X reunió sabios hebreos, musulmanes, peninsulares cristianos y europeos; su tarea hizo llegar a Occidente la única ciencia digna de tal nombre, la oriental, lo que, al propio tiempo, servía para poner más al descubierto el enorme retraso cristiano al respecto. (Recuérdese que la cultura italiana de la época, ya muy desarrollada, debía buena parte de sus orígenes, precisamente, a la árabe). De Alfonso X se ha dicho que personifica el conocido tópico de la falta de adecuación del intelectual con la realidad, en concreto con la política. Empeñado en la «empresa imperial», es decir, en conseguir la corona del Sacro Imperio Romano Germánico -a la que se creía con derecho a través de su esposa, de origen suabo- arruinó al país y sembró el descontento; su propio hijo Sancho llegó a acaudillar una sublevación contra la autoridad real: se trata de una primera manifestación del conflicto de poderes entre nobleza y monarquía, que no terminará hasta el siglo XV con los Reyes Católicos.

 

Con Alfonso X comienzan a redactarse en castellano los documentos oficiales. Dos explicaciones se han dado para ello. Según la primera, habrían sido los sabios judíos que rodeaban al rey quienes hubiesen impuesto tal costumbre, llevados por su horror a manejar el latín, la lengua de la Iglesia. Según la otra, se trataría de un propósito nacionalista y patriótico del monarca, el de elevar la lengua vernácula a rango intelectual, lo que le serviría, además, de vehículo para hacer llegar sus opiniones y decisiones a todo el país y no a una minoría latinizada. Los grandes territorios conquistados por Castilla bajo el padre de Alfonso X exigieron de éste, sin duda, una importante tarea de organización política, en la cual no podía estar ajeno el intento de alcanzar una lengua coherente y nacional. Lo seguro, en todo caso, es la preocupación de Alfonso X por lograr una prosa castellana apropiada y expresiva, de sintaxis y vocabulario organizados:

 

tolló las razones que entendió eran sobejanas et dobladas et que non eran en castellano drecho, et puso las otras que entendió que complían; et quanto en el lenguage, él por síse.

 

[«Quitó lo que consideró que era excesivo o confuso y que no estaba en castellano derecho, y puso aquello que pensó era apropiado; en cuanto al lenguaje, lo corrigió por sí mismo.» ]

 

Son muy abundantes las obras realizadas bajo la dirección y el estímulo de Alfonso X, aparte de sus obras personales poéticas, como los poemas de escarnio y de crítica y los que componen su extraordinaria colección de cantigas marianas, todo ello en gallego-portugués. Las científicas fueron traducidas del árabe, y se ocupan en especial de astronomía y astrología -una ciencia entonces, no se olvide-. Hay alguna de tipo recreativo, como el Libro del axedrez, dados e tablas.

 

De sumo interés son las dos obras históricas. La Grande e general estoria, ambicioso proyecto universalista que sin embargo no abarca sino desde la creación del mundo hasta el nacimiento de la Virgen María, reúne todo el saber historiográfico de la época. En ella se ponen al mismo nivel de credibilidad lo mitológico clásico, lo bíblico y lo eclesiástico, dentro de una concepción providencialista de la Historia. En alguna ocasión, el texto ofrece interpretaciones en verdad sorprendentes por lo agudas y exactas, como ésta en que se explica y razona lo que subyace bajo la retórica y el idealismo vulgares:

 

e estonces ya las gentes a aver heredades conoscudas, e partirlas por términos, e fazer casas, e estaiar regnos, e appartar señores, e mercar, e vender, e comprar, et arrendar, et allegar, e fazer fiaduras, e otras tales cosas como estas. Et dallí la cobdicia, que es madre de toda maldad, e la envidia, e la malquerencia, et fazerse los omnes sobervia e querer lo ageno, dón vinieron contiendas e peleas et lides e feridas...

 

[ «Y entonces comenzaron las gentes a tener heredades conocidas, y a dividirlas, y a hacer casas, delimitar reinos, apartar señores, comerciar, vender, comprar, arrendar, ahorrar, prestar y otras cosas semejantes. De lo cual nació la codicia, que es madre de toda maldad, y la envidia, y los odios, y hacerse soberbios los hombres y desear lo ajeno, de donde vinieron contiendas, peleas, luchas y heridas...» ]

 

La Estoria de España, también llamada Primera Crónica General, se refiere únicamente a la Península, desde sus míticos primeros pobladores hasta la invasión árabe de 711, la destruiçión d'España. La Biblia, textos latinos clásicos y medievales, literatura eclesiástica, crónicas árabes, poemas épicos prosificados, todo es manejado aquí, con un evidente criterio unificador e incluso racionalizador, de acuerdo con la idea medieval de totalidad y unicidad. Se trata, como se ha dicho, de la actitud imperialista, ecuménica, de Alfonso X, funcionando ahora al nivel cultural, como en el caso de la Escuela de Traductores o en el de sus obras de tipo legal.

 

Entre éstas conviene mencionar las dos fundamentales: el Fuero Real y Las Siete Partidas. El Fuero es el primer código unificador castellano, que intenta superar la diversidad de ordenamientos y costumbres locales. Detalle significativo del Fuero es que en él Alfonso X, rey de tres religiones, prohibe que los judíos conserven libros heréticos de su propio credo, que han de ser quemados a la puerta de las sinagogas. Es preciso recordar que reyes castellanos anteriores -Alfonso VI, VII y VIII- ayudaron a los judíos ortodoxos a eliminar herejías hebraicas. Las Siete Partidas, compuestas entre 1256 y 1265, forman un compendio enciclopédico de la vida medieval castellana, insustituible para conocer los detalles de la organización religiosa, política, social y económica del momento, con sus tres culturas y tres religiones en plena y fecunda coexistencia. La obra tiene siete partes, de acuerdo con la creencia en la magia y en la perfección simbólica de dicho número -el universo tiene siete esferas, por ejemplo- y jugando con la casualidad de que el nombre de Alfonso tiene también siete letras. Como muestra de la aludida coexistencia y tolerancia, véase lo referente a las sinagogas:

 

et porque la sinagoga es casa do se loa el nombre de Dios, defendemos que ningunt cristiano non sea osado de Ia quebrantar, nin de sacar nin de tomar ende ninguna cosa por fuerza, fueras ende si algunt home malfechor se acogiese a ella... Otrosí defendemos que los cristianos non metan ybestias nin posen en ellas, nin fagan embargo a los judíos mientras que yesrudieren faziendo oración segunt su ley...

 

[ porque la sinagoga es casa en que se loa el nombre de Dios, prohibimos que ningún cristiano se atreva a ofenderla ni a sacar ni robar de ella cosa alguna por la fuerza, excepto si algún malhechor se acogiere a ella... Asimismo prohibimos que los cristianos metan en la sinagoga animales, ni entren en ella, ni molesten a los judíos cuando estén allí orando según su religión... ]

 

La tarea de Alfonso X, en fin, supone, entre otras cosas, la incorporación de la ciencia árabe a Occidente; la presencia de una preocupación universal; la secularización de la cultura, que deja de ser así monopolio de la Iglesia; la creación de la prosa castellana: todo ello enmarcado en ese florecer social y cultural del siglo XIII que hemos mencionado más arriba. Recordemos, como nota última, que a lo largo de todo el mismo siglo proliferan las traducciones de la Biblia -a pesar de las restricciones eclesiásticas de 1233-; las colecciones de ejemplos, que se utilizan en la predicación para mantener la atención popular, así como las sentencias y pensamientos breves, etc., casi todo ello de origen, otra vez, oriental…

 

(continuará)

 

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