lunes, 24 de junio de 2024

 

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HISTORIA SOCIAL DE LA LITERATURA ESPAÑOLA ( VII )

 

Carlos Blanco Aguinaga,

Julio Rodríguez Puértolas,

Iris M. Zavala.

 

 

 

 

I

EDAD MEDIA

 

LA CRISIS DEL SIGLO XIV

 

 

 

NOTA INTRODUCTORIA

 

 

LA CRISIS del sistema feudal, debida a una compleja conjunción de factores, domina todo el panorama del siglo XIV occidental. La difícil situación del campesinado se manifiesta en violentas sublevaciones: 1323-1328 en Flandes, 1357-1358 en Francia, 1381 en Inglaterra (coincidente esta última con lo que se ha llamado «el año negro de la economía internacional»). Las sucesivas oleadas de peste que azotan Europa tienen algunas consecuencias fundamentales, como la huida de campesinos a las ciudades v la falta de brazos para trabajar las tierras; se plantean entonces por primera vez reivindicaciones sociales, y los campesinos se atreven a poner condiciones a los propietarios. El fenómeno puede verse incluso en Castilla, y ello a pesar de que las revueltas no presentan nunca la virulencia de los otros países.

 

 

Tras la oleada de peste negra de 1348 se produce en Castilla, tres años después, lo que ha sido considerado como la primera huelga campesina, descrita así en un documento oficial contemporáneo:

 

andauan muchos omes et mugeres baldíos et que non querían labrar, et... aquellos que yvan labrar demandauan tan grandes et soldadas et jornales, que los que auían las heredades non las podían conplir; et por esta razón que las heredades auían affincar yermas et sin lauores.

 

[ «Había muchos hombres y mujeres ociosos y sin querer labrar, y... aquellos que iban a labrar exigían tan grandes precios, salarios y jornales que los dueños de las tierras no los podían pagar; y por esta razón las tierras se quedaban yermas y sin trabajarlas.»]

Ya en 1325 y 1348 se promulgan leyes que protegen a los campesinos que abandonan a sus señores; la reacción de la nobleza, por su lado, queda patente en las drásticas medidas del Fuero Vieio de 1356, de inspiración aristocrática.

 

Todo parece indicar que la decadencia del feudalismo se debe a la incapacidad de la clase dominante tradicional para controlar y explotar la fuerza de trabajo campesina. Por otra parte y al mismo tiempo, el comercio y la economía monetaria continúan su marcha inexorable, comenzando el dinero a convertirse en una entidad omnímoda; las violentas invectivas de Juan Ruiz y del canciller Ayala acerca de «la propiedat qu'el dinero ha» son harto reveladoras a este respecto. Que además ambos poetas acusen a las instituciones eclesiásticas de estar dominadas por afán de lucro no puede sorprender en modo alguno, pues es la Iglesia misma quien se adelanta a aceptar la nueva situación creada por la economía monetaria, llegando incluso a transformarse en una de las fuerzas impulsivas que más contribuye a destruir el orden económico feudal. Se trata de una Iglesia, por lo demás, fragmentada y dividida, la del Cisma de Occidente: en un momento dado, existen tres papas simultáneos, cada uno respondiendo a los diferentes intereses de las potencias europeas, enzarzadas en una guerra que durará cien años. La predicación mendicante que propugna una vuelta al cristianismo evangélico («Mi reino no es de este mundo») y la proliferación de movimientos apocalípticos se unen con el malestar antiseñorial del pueblo. Un pequeño dato peninsular bastará para reflejar la situación: en el siglo XIV no hay ni un solo santo castellano.

 

Las relaciones individuales empiezan a despersonalizarse y deshumanizarse, mediatizadas por el fetichismo del dinero y el progreso de la competencia pre-capitalista; es ahora, precisamente, cuando en la literatura surgen las primeras manifestaciones lite- rarias de soledad, angustia e inseguridad, al sentirse agudamente la alienación del ser humano con relación a la realidad exterior y a sí mismo. El Libro de Buen Amor es, en este sentido, un ejemplo en verdad impresionante. Lo que está ocurriendo, en fin, no es sino el cambio de los modos y relaciones de producción feudales a los modos y relaciones de producción capitalistas.

 

A otro nivel, el conflicto entre Nobleza y Monarquía se agudiza considerablemente, y con él las contradicciones internas del feudalismo. En Castilla, el proceso va acompañado de otros elementos contribuyentes, no siendo el menos importante de ellos las guerras civiles, ya iniciadas con Alfonso X en el siglo XIII y continuadas con las minorías de Fernando IV (1295) y Alfonso XI (1312). Son, en realidad, luchas por el control político y social entre los intereses de la monarquía y de los grandes señores. En este conflicto, los reyes buscan el apoyo del pueblo y de la incipiente burguesía, por lo general íntimamente relacionada con los judíos. Es con Pedro I -el Cruel o el Justiciero según las versiones- cuando parece concentrarse toda la problemática del siglo en unos pocos años. La sublevación organizada contra Pedro por la alta nobleza y encabezada por su hermanastro Enrique terminará en 1369 con el asesinato del primero; dicha guerra, entroncada con la europea de los Cien Años -Francia ayudará a Enrique; Inglaterra a Pedro-, es una guerra auténticamente social. La derrota del rey legítimo (aliado, en su lucha contra la nobleza, con judíos, comerciantes y ciudadanos) significará la derrota inicial de la burguesía naciente; la ruptura definitiva de la armonía medieval de las tres culturas peninsulares y la elevación del antisemitismo a problema nacional; la instauración de una nueva dinastía mediatizada por la nobleza, que refuerza su poder y, justo es decirlo, sus latifundios.

 

No puede extrañar, en otro plano, la total decadencia del mundo épico y el comienzo del Romancero -coetáneo de la guerra civil castellana-, entroncado todo con los conflictos político-sociales mencionados. El Romancero, desarrollado totalmente en el siglo xv, será estudiado al tratar de esa centuria…

 

(continuará)

 

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