viernes, 26 de julio de 2024

 

 

[ 613 ]

 

LENIN la coherencia de su pensamiento

 

György Lukács

 

 ( 01 )

 

 

PRÓLOGO

 

 

LA FILOSOFÍA Y EL FUEGO

(Lukács ante Lenin)

 

Por Néstor Kohan

 

 

Para José Luis Mangieri, compañero y amigo,quien editó por primera vez en Argentina y América Latinaeste libro de Lukács sobre Lenin a través de LA ROSA BLINDADA. En agradecimiento por todo lo que nos enseñó.

 

 

 

 

György Lukács [1885-1971] es un filosofo húngaro y un militante comunista. Probablemente, junto con el italiano Antonio Gramsci, Lukács represente a uno de los principales filósofos marxistas de todo el siglo XX a nivel mundial.

 

La obra escrita de Lukács es enciclopédica y prácticamente inabarcable. La edición de sus Obras Completas incluye nada menos que... 24 tomos. De esa inmensa masa de trabajos e investigaciones, no pueden obviarse: El alma y las formas [1910], Historia del desarrollo del drama moderno [1911], Teoría de la novela [1920], Historia y conciencia de clase [1923], Lenin (La coherencia de su pensamiento) [1924], Goethe y su Época [1946], El joven Hegel [terminado en 1938, publicado en 1948], Peripecias [1948], Thomas Mann [1948], Existencialismo o marxismo [1948], El realismo ruso en la literatura mundial [1949], Realistas alemanes del siglo XIX [1950], Balzac y el realismo francés [1952], El asalto a la razón. La trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler [1953], La novela histórica [1955], Problemas del realismo [1955], Franz Kafka o Thomas Mann [1957], Significación actual del realismo crítico [1958], Sociología de la literatura [selección, 1961], Estética [4 tomos, 1963], El hombre y la democracia ([escrito en 1968, publicado póstumamente) y La ontología del ser social (3 tomos, [1971-73], publicado póstumamente).

 

 

Lukács nace en Budapest en 1885 (allí fallece en 1971). En su juventud pasa varios años en Alemania donde conoce a Simmel, Bloch, Tnnies, Windelband, Rickert y Max Weber. Con este  último traba estrecha amistad. De regreso en Budapest, entre 1915 y 1917 Lukács funda el grupo cultural “Círculo de los domingos” donde asisten, entre otros, Arnold Hauser y Karl Mannheim. El comienzo de la primera guerra mundial en 1914 juega un papel importante en su primera radicalización política. En esos tiempos juveniles, Lukács rechaza al capitalismo desde las posiciones de un romanticismo revolucionario (muchas veces místico, mesiánico y trágico) que concibe al mundo burgués no tanto como una sociedad de explotación sino más bien como un modo de vida inauténtico, vulgar, mediocre, ordinario y rutinario. Ese rechazo se funda muchas veces en una ética absoluta asentada en el “deber ser” kantiano, que no acepta ninguna transacción con la realidad. Por eso, en el pensamiento crítico de la primera juventud de Lukács predomina la revuelta Ética anticapitalista por sobre la teoría y la estrategia revolucionaria.

 

 

En 1917 Lukács funda la “Escuela libre de las ciencias del espíritu” donde colabora el compositor Béla Bartók. Ese mismo año saluda con entusiasmo la revolución bolchevique que lo radicalizará todavía más. El 2 de diciembre de 1918 ingresa al Partido Comunista, fundado en Budapest solamente doce días antes. Cuando él ingresa al partido, éste contaba con menos de cien miembros.

 

 

A continuación comienza a militar en la izquierda del comunismo de la naciente Internacional Comunista. En ese período, Lukács es co-director de la revista Kommunismus, Órgano de la Internacional Comunista para los países danubianos. Allí se publican, antes de formar parte del libro, varios ensayos de Historia y conciencia de clase. Mantiene entonces sus posiciones anticapitalistas y el énfasis culturalista en su interpretación del marxismo, pero va abandonando sus anteriores puntos de vista místicos y espiritualistas.

 

 

 

En 1919 participa en forma activa y militante de la insurrección consejista que proclama la República Soviética de Hungría en aquel país. Llega a ser ministro de Cultura y Educación Popular de esa revolución. Entre otras medidas, establece el Instituto de Investigación para el Fomento del Materialismo Histórico. Una de los ensayos de Historia y conciencia de clase surge de la conferencia pronunciada por Lukács en la inauguración de dicho Instituto.

 

 

Tras la derrota huye a Viena, donde vive desde 1919 hasta 1929. Mientras tanto, el gobierno húngaro del dictador y contralmirante Miklós Horthy lo condena a muerte. En 1921, en el III Congreso de la Internacional Comunista, Lukács conoce personalmente a Lenin quien, discutiendo precisamente con la izquierda de la Internacional, había publicado el año anterior —en julio de 1920— El Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo. Según Michael Löwy, a partir de 1920 Lukács se distancia de la corriente izquierdista de la Internacional y adopta las posiciones de un realismo revolucionario (Véase Michael Löwy: Para una sociología dos intelectuais revolucionarios. A evoluāo política de Lukács. Sāo Paulo, Ciencias Humanas, 1979. pp.193). El término de “realismo revolucionario” no significa que en esta etapa de su evolución intelectual Lukács se haya adaptado al orden establecido. Por el contrario, alude al hecho de que el filosofo, manteniendo sus posiciones radicales, supera entonces el rigorismo formal de la Ética kantiana (cuya generalidad impide operar sobre la realidad) para adoptar el punto de vista de los revolucionarios bolcheviques encabezados por Lenin y Trotsky.

 

 

Entre 1919 y 1923 escribe los ensayos del ‘Historia y conciencia de clase’, su libro fundamental, máxima expresión filosófica de la revolución bolchevique y una de las grandes obras del siglo XX. En ella sintetiza el mesianismo judío revolucionario, el cuestionamiento de Weber a la burocracia, la crítica hegeliana de Kant (y del iuspositivismo de Kelsen), junto con la crítica de Marx al fetichismo de la economía política y de la sociedad mercantil capitalista.

 

 

Según un célebre pasaje de ‘Historia y conciencia de clase’, toda la concepción marxista de la historia está resumida y sintetizada en la teoría del fetichismo de la mercancía que Marx expone en El Capital.

 

 

Cuando Lukács escribe ‘Historia y conciencia de clase’, los ‘Manuscritos económico-filosóficos de 1844’ de Marx (que tanto impactaron en el Che Guevara en los 60) todavía no habían sido publicados. Recién se publican en 1932. Cuando Lukács llega en 1930 a Moscú , participa en el desciframiento del original de Marx y comienza a trabajar en el Instituto Marx-Engels junto con David Riazanov. Pero una década antes, entre 1919 y 1923, el pensador húngaro no había leído aún esos Manuscritos de 1844. No obstante desconocerlos, en ‘Historia y conciencia de clase’ Lukács ya ubica el eje de la teoría marxista en la concepción dialéctica centrada en la unidad sujeto-objeto y en las categorías de alienación, cosificación, reificación y fetichismo.

 

 

 

Lukács ya había utilizado anteriormente estas categorías. Por ejemplo, la primera vez que aparece el concepto de “reificación” en sus escritos es en 1909, en su ‘Historia de la evolución del drama moderno’. Pero, entre 1919 y 1923, la reificación es ubicada al interior de la lógica misma del capitalismo.

 

 

De este modo, en ‘Historia y conciencia de clase’ Lukács generaliza la teoría del fetichismo desde la mercancía —“la célula básica del capitalismo”, según la expresión de Marx— a todo el orden social. Articulando en un mismo discurso filosófico la teoría de la cosificación, la crítica de las antinomias del pensamiento burgués (y de la socialdemocracia), en tanto expresión conceptual reificada, y la defensa de la posición revolucionaria del proletariado, Lukács establece una ecuación brillante. Sostiene que el pensamiento racionalista formal (allí incluye desde Kant y el positivismo, hasta Kelsen y Weber) expresa “un pensamiento burgués cosificado”. Ese pensamiento burgués que surge de la sociedad capitalista —no depende, pues, de la “bondad” o “maldad” de un empresario particular— se sustenta en un dualismo extremo entre la objetividad y la subjetividad.

 

 

Dentro de la objetividad se encontrarían las leyes de la economía y el mercado, mientras que en el plano de la subjetividad se ubicaría la lucha de clases, la conciencia revolucionaria y la Ética comunista. Si el marxismo ortodoxo de Karl Kautsky entendía al marxismo como una teoría positivista de las “leyes objetivas”, el revisionismo de Edward Bernstein se limitaba a defender al socialismo sólo como una Ética. Pero ambos divorcian, separan y escinden el objeto y el sujeto. La base de esa escisión es, según Lukács, el fetichismo y sus derivados: la objetivación, la racionalización formal, la dominación burocrática y la cosificación. El proletariado puede romper y hacer estallar esa cáscara fetichista que envuelve lo social porque es la ̇nica clase social que puede impugnar en su totalidad al sistema. No se limita a un reclamo fragmentario.

 

 

Aunque los ensayos de ese libro comenzaron a redactarse en 1919, fueron modificados antes de ser publicados en 1922, después de la crítica de Lenin al izquierdismo. Fue en 1922 cuando Lukács redacta el principal de todos los ensayos: “La cosificación y la conciencia del proletariado”, pieza maestra del pensamiento dialéctico y del rechazo de todas las formas de positivismo que impregnaron muchas veces al marxismo, castrando su impulso revolucionario en aras de una supuesta “cientificidad” natural.

 

 

‘Historia y conciencia de clase’ recupera para el corazón del marxismo la dialéctica revolucionaria que la II Internacional había bochornosamente abandonado y olvidado, tanto con la ortodoxia de Kautsky como con el revisionismo de Bernstein, ambos críticos de la revolución rusa de Lenin y Trotsky.

 

 

Al año siguiente de la publicación de ‘Historia y conciencia de clase’, muere Lenin. Inmediatamente Lukács redacta este nuevo libro, más pequeño, que ahora presentamos. Lo hace en una clara continuidad con ‘Historia y conciencia de clase’. Lo titula Lenin (La coherencia de su pensamiento) y lo publica en Viena.

 

 

Su tesis central defiende la actualidad de la revolución frente a quienes la pretenden postergar para un inalcanzable, lejano y difuso día de mañana, separando la táctica de la estrategia, dejando a la crítica social sin política, aislando las reivindicaciones puntuales de todo proyecto de transformación global de la sociedad, divorciando la ciencia de la Ética y escindiendo, en definitiva, el objeto del sujeto.

 

 

En el lenguaje de nuestros días, lo que aquí Lukács está poniendo en discusión es precisamente la fragmentación del rechazo del capitalismo en múltiples nichos inconexos (mientras se reclama un imposible “capitalismo con rostro humano”) y la maniobra de postergar para pasado mañana o vaya uno a saber para cuando la perspectiva socialista de “otro mundo posible”.

 

 

En estas cortas y afiebradas páginas Lukács, el más brillante, el más erudito, el más refinado de los filósofos marxistas, intenta aferrar entonces el pulso vivo e imperecedero de Lenin. Desde ese ángulo sintetiza al dirigente bolchevique de la siguiente manera: “un pensamiento enteramente vertido a la praxis”. De manera sumamente similar al intento de Gramsci presente en los ‘Cuadernos de la cárcel’, Lukács ubica en Lenin (La coherencia de su pensamiento) al revolucionario ruso como un pensador de la filosofía de la praxis.

 

 

En un balance maduro sobre aquel ensayo juvenil de 1924, Lukács vuelve sobre sus pisadas y se interroga nuevamente sobre Lenin. Así dice, en enero de 1967, que:

 

 

“Durante toda su vida Lenin no dejó, pues, de estudiar, siempre y en cualquier lugar, fuera la lógica de Hegel o el juicio de un obrero sobre el pan. El estudio permanente, el dejarse instruir siempre de nuevo por la realidad, es un rasgo esencial de la absoluta prioridad de la praxis en la línea leninista de conducta. Ya esto, pero sobre todo su manera de estudiar, abren un abismo insondable entre él y todos los empiristas y  «políticos realistas»”.

 

 

Esa actitud que Lukács encuentra y subraya en Lenin —tan alejada de las modas, de las frivolidades del mercado (de las ideas), del “último grito” promocionado por los monopolios editoriales y sus industrias culturales— es la que nos está haciendo falta en nuestros días. Hoy se vive, se palpa, se respira y se siente una sed de teoría, de teoría política viva, no de paper académico ni de best seller mercantil. Por eso vale la pena releer estas páginas de Lukács ante Lenin.

 

 

El universo teórico-político en el que se inscriben las tesis del ensayo sobre Lenin gira en torno a los mismos problemas de ‘Historia y conciencia de clase’ y a los mismos puntos de vista radicales, aun cuando el volumen sobre Lenin tiene un talante político más inmediato y directo. Según Michael Löwy:

 

 

“En estas condiciones, nos parece que Lenin de Lukács es, en último análisis, la continuación de ‘Historia y conciencia de clase’, estando las dos obras fundadas sobre las mismas premisas teóricas fundamentales”

 

(Véase Michael Löwy: Para uma sociología dos intelectuais revolucionarios. A evoluçāo política de Lukács. Obra citada. pp. 212 [la traducción de esta cita me pertenece]).”

 

 

 

Retomar entonces la herencia radical de Lenin constituye, según la conclusión con la que Lukács cierra este libro, “la tarea más noble para todo aquel que verdaderamente asuma el método dialéctico como arma de la lucha de clases”. Creemos no exagerar al caracterizar esa conclusión como pertinente, útil y sumamente productiva para el mundo teórico y político contemporáneo. Por eso lo publicamos cuando se cumplen 80 años de la muerte de Lenin. No se trata de trasladar mecánicamente las conclusiones de Lenin al mundo actual, haciendo violenta abstracción de las transformaciones históricas que han ocurrido desde que él murió hasta nuestros días. Pero sí se trata de retomar sus preguntas, sus indagaciones, sus interrogantes, sus inquietudes y sobre todo, como subraya Lukács, su manera de estudiar la sociedad. Esa manera que ha sido abandonada o sencillamente desechada —sin mayores trámites ni beneficio de inventario— por los partidarios del posmodernismo y del posestructuralismo contemporáneo.

 

 

Cabe aclarar que, aunque su autor mantenía una admiración total por Lenin, líder indiscutido de los bolcheviques, la recepción de ‘Historia y conciencia de clase’ no fue de ningún modo bienvenida en la URSS. Cuando recién vio la luz, esta obra fue ”condenada” inmediatamente por la ortodoxia cientificista de un marxismo que se parecía demasiado al positivismo.

 

 

Este rechazo provino tanto de la Segunda Internacional —y su principal teórico: Karl Kautsky— como en la voz oficial de la Tercera Internacional —cuya presidencia estaba por entonces a cargo de Zinoviev—. Ambos condenaron, casi al mismo tiempo, ‘Historia y conciencia de clase’ en 1924. Lo mismo hizo Nicolás Bujarin. A su vez, el diario oficial soviético Pravda aprovechó la ocasión y condenó de un solo plumazo a Lukács, Korsch, Fogarasi y Revai (esta condena se publicó en el Pravda el 25 de julio de 1924).

 

 

 

Mientras tanto, el filosofo soviético Abraham Deborin (antiguo menchevique y discípulo de Plejanov), rechazando ‘Historia y conciencia de clase’, escribió un artículo cuyo título lo dice todo: “Lukács y su crítica del marxismo”. Lo publicó en 1924 en la revista soviética Pod Znamenen Marxisma [Bajo la bandera del marxismo]. Allí defendía la tesis plejanoviana de que el marxismo desciende del materialismo naturalista, sumamente criticado por Lukács. A estas impugnaciones se sumó también la de un joven intelectual comunista húngaro llamado László Rudas, defensor de la dialéctica de la naturaleza y de una concepción objetivista extrema del marxismo.

 

 

Resulta por demás sugestivo observar que en muchas de las impugnaciones, rechazos y airadas condenas que la ortodoxia realizó contra Lukács en este período encontramos exactamente los mismos motivos ideológicos y los mismos lugares comunes que esa misma ortodoxia utilizó en América Latina para enfrentar y condenar al marxismo revolucionario del Che Guevara y de sus partidarios. En ambos casos se los acusa de “subjetivismo”, “romanticismo”, “voluntarismo” y, por supuesto, de “no respetar las condiciones objetivas ni las leyes científicas”... Aunque las circunstancias históricas eran distintas (revolución rusa en la década del ‘20, revolución cubana en los ‘60) las condenas y los exorcismos de ambas herejía eran prácticamente las mismas. Parecían calcadas unas sobre otras…

 

(continuará)

 

 

 

 

[Fragmento de: LUKÁCS / LENIN la coherencia de su pensamiento]

 

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