domingo, 15 de diciembre de 2024

 

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CARLOS MARX  / FEDERICO ENGELS

CORRESPONDENCIA

 

 

 

 

30. DE ENGELS A MARX

Manchester, 14 de abril de 1856.

 

 

Ahora empieza la última fase de la estafa: Rusia está importando capital y especulación, y con tales distancias y ferrocarriles de centenares de millas de largo, la estafa se desenvolverá indudablemente tan bien que en corto tiempo le quebrará la nuca. Cuando oigamos de la Gran Línea Troncal de Irkutsk, con ramales a Pekín, etc., entonces llegará el momento de hacer nuestro equipaje. Esta vez el crac superará todo lo antes conocido; todos los factores están presentes: intensidad, extensión universal, enredo de todos los elementos sociales pudientes y dirigentes. Lo más gracioso de todo esto son los caballeros ingleses, que se nutren de la creencia de que con el comercio “sano” que aquí existe no puede ocurrir nada por el estilo. Está suficientemente claro que en la producción industrial no puede llevarse a cabo estafa grande alguna, siendo bien sabido que por una pequeña inversión de capital en la producción directa pueden ser abarrotados todos los mercados en el término de un año, y especialmente por cuanto existe una demanda tan colosal de inversión de capital en medios de comunicación. Pero también la producción industrial está aumentando en forma considerable más allá de sus proporciones normales, debido a la estafa de las comunicaciones, apenas más lentamente que en 1833-36 y 1842-45, por ejemplo. Este año los precios del algodón están subiendo con rapidez en vista de una cosecha sin precedente de 3.500.000 balas, que ahora no parece mayor que lo que hubieran parecido, por ejemplo, 2.500.000 en 1859. A esto hay que agregar que el continente [Europa continental] está importando este año casi tres veces más en comparación con Inglaterra, que hace cinco años, como lo muestra la siguiente tabla de exportaciones de Norteamérica, del 1 de setiembre al 1 de abril de cada año:

 

 

EN MILLARES DE BALAS

Exportaciones en 7 meses

1856

1855

1854

1853

A Inglaterra

1.131.000

963.000

840.000

1.100.000

A Francia

354.000

249.000

229.000

255.000

A otros puertos europeos

346.000

167.000

179.000

204.000

 

 

Así pues, el continente, que en 1853 importaba una cantidad igual a 45/110, o sea una tercera parte de las importaciones inglesas, en 1856 importó 70/113, o sea cinco octavos. A esto deben agregarse también las exportaciones al continente. Puedes ver que la industria continental ha crecido incomparablemente más que la inglesa, v que los señores británicos, estando bastante en decadencia, tienen toda la razón en no comerciar demasiado con su industria algodonera. Pero la mejor comparación es la que se establece entre 1853 y 1856, porque en estos dos años la cosecha fue muy grande, de 3.300.000 y 3.500.000 balas. La gran exportación a Francia es sólo aparente, porque .parte de ella va del Havre a Suiza, Badén, Francfort y Amberes. Pero es en este enorme crecimiento de la industria continental que se halla el germen más vital de la revolución inglesa...

 

 *

 

[ Marx y Engels atribuían gran importancia a las crisis, porque las consideraban la más cruda expresión del conflicto entre las fuerzas productivas poderosamente desarrolladas y las estrechas relaciones de  producción de la sociedad capitalista. En consecuencia estudiaban cuidadosamente los signos de la aproximación de las crisis y su curso. En una carta a Bernstein del 25 de enero de 1882, Engels escribía:

 

“Que las crisis son una de las palancas más poderosas del levantamiento revolucionario, ya fue afirmado en el Manifiesto Comunista y tratado en detalle, hasta 1848 inclusive, en el análisis aparecido en Nene Rheinische Zeitung, en que, sin embargo, también se mostraba que la vuelta a la prosperidad igualmente rompe las revoluciones y echa las bases de la victoria de la reacción.”

 

En 1856-1857 las señales del advenimiento de una crisis provocaron esperanzas de una revolución. En setiembre de 1856 Marx escribe a Engels:

 

“Además, esta vez la cosa se produce en una escala europea antes nunca alcanzada, y no creo que podamos quedarnos sentados acá mucho tiempo más como espectadores. Inclusive el hecho de que por fin logré amoblar de nuevo una casa y mandar por mis libros, me prueba que la ‘movilización’ de nuestras personas está a mano.”

 

 

En una carta a Marx del 15 de noviembre de 1857, escribe Engels analizando el curso de la crisis:

 

“Sería deseable, para este ‘adelanto’, caer en la crisis crónica antes de que llegue un segundo y decisivo golpe. La presión crónica es necesaria durante un tiempo a fin de agitar a los pueblos. El proletariado golpeará entonces mejor, con más conciencia de su causa y mayor unidad, del mismo modo que una carga de caballería tiene más éxito si los caballos tienen que trotar 500 pasos antes de entrar en acción contra el enemigo. No quisiera que nada ocurriera demasiado pronto, antes de que toda Europa se vea completamente envuelta; la lucha sería después más dura, tediosa y fluctuante. Mayo o junio seria todavía casi demasiado temprano. Las masas tienen que haber caído en un endiablado letargo después de una prosperidad tan larga.”

 

En la misma carta Engels escribe sobre la alegría con que aguardala revolución:

 

“Desde el momento en que estalló el lío en Nueva York ya no tuve paz en Jersey (Donde había ido para reponerse de una seria enfermedad) y me siento magníficamente en medio de este derrumbe general. Después de todo, la inmundicia burguesa de los últimos siete años me había alcanzado en cierta medida, y si ahora es barrida seré nuevamente otro hombre. La crisis, ya lo veo, me hará físicamente tanto bien como un baño de mar. En 1848 decíamos: Ahora llega nuestro tumo; y en cierto sentido llegó, pero ahora llega por entero, esta vez será una lucha de vida o muerte. Esto hace que de pronto mis estudios militares se tornen más prácticos.

En este instante me estoy entregando de lleno a la organización existente y a la táctica elemental de los ejércitos prusiano, austríaco, bávaro y francés, y aparte de esto no hago otra cosa que montar a caballo, es decir, dedicarme a la caza del zorro, que es la verdadera escuela."

 

 

Estas afirmaciones muestran cómo estudiaban Marx y Engels la crisis, no desde el punto de vista de la investigación teórica abstracta, sino como revolucionarios.]

 

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